Capítulo nueve

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Y ahí estaba ella, observándose al espejo, apoyada en el lavavo. Con el pelo goteándole y mojando su espalda. El suelo de la ducha estaba completamente lleno de azul y ella simplemente sumergida en su nueva imagen.

Dirigió su mano a su pelo, cogiendo un mechón y apreciando el nuevo color de este. Sin duda era algo innovador para ella.

Solamente esperaba dejar todo atrás, su pasado era pasado y había aprendido a las malas sobre el.

Su mano estaba completamente azul gracias a lo descuidada que era con cualquier actividad. Perdió la cuenta de cuantas veces se lavó las manos, probó con tres jabones diferentes, pero nada, no se quitaba aquel color fantasía de sus extremidades superiores.

Al final acabaría echándose amoniaco en las manos.

Probó por millonesima vez a frotar la pastilla de jabón contra sus manos, a la vez que el agua corría por ellas, pero todo era en vano, el color seguía ahí, se negaba a desalojar las manos de Ale, era como un parásito inerte.

—Joder, me voy a quitar la piel de la mano, a ver si se regenera.— Susurró para si misma, molesta.

Al ver que su plan había resultado en vano, dejó la pastilla de jabón en su sitio y enjuagó sus manos, las secó y apreció como parecía un hada, como esas del este, en la Europa mágica, o las que se encontró en el bosque mágico, en su camino a Ankersia. Ahora que lo pensaba, ya había pasado un año y medio desde su llegada.

Estaba realmente agradecida de que Jix le hubiera dado el puesto de comandar el ejército. Cuando el pueblo se convirtió en reino y el pequeño ejército cada vez fue aumentando más y más, Jix dejó de tener control sobre el. No era posible dirigir un reino y un ejército a la vez ella sola.

Su pelo cada vez mojaba más su camiseta de tirantes.

Entrecerró sus ojos, aún mirándose al espejo mientras nadaba entre su tan normal lluvia de pensamientos.

Jix la había dejado sola, muy sola, y ahora la joven parecía brindarle suficiente confianza como para que ella fuera la que dirigiera el ejército, que no era tarea fácil.

Su cabello goteaba más y más.

Simplemente se preguntaba el porque; ¿Acaso le escondía algo y por eso ya no le hablaba y le cedió ese mando?

"Imposible, es porque está demasiado ocupada" pensaba.

Pero, ¿Y si solamente quería aprovecharse de ella? A Ale no le extrañaría, si fuera el caso, no sería la primera vez que alguien le hacía eso.

Gotear, y más gotear, es lo único que hacía su pelo.

¿Y si ya lo estaba haciendo? ¿Y si ya había caído en su juego? Su inseguridad aumentó

Apretó sus dedos contra el lavabo, sus ojos cristalizandose de impotencia ante esa idea.

Su camiseta estaba siendo empapada por agua, sumándole las manchas de tinte azul.

Gritó, impotente, sólo trataba de dejar su pasado atrás.

Su ritmo cardíaco se había acelerado, y sentía como iba a hiperventilar como siguiera así.

Contra el adversarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora