Capítulo ocho

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Corrió, corrió lo más rápido que pudo para llegar a él antes de que llegara el momento de ser una verdadera jefa.

-¡Lukas!- Gritó, haciendo escándalo.

El joven rizado se giró, mirándola con una cara de pocos amigos.

-Tengo... algo.- Intentaba controlar su respiración, sentía como sus pulmones intentaban cargarse de aire, tosió un poco, encorvada, con sus manos en sus rodillas y su corazón a mil.

-Que decirte.- Expulsó al fin, tosiendo.

-Me lo esperaba.- Continuó el contrario.

-Lo siento, ¿vale?, lo siento, lo siento mucho. Siento haberme comportado así contigo.- Se disculpó, tragándose su orgullo.

-Está bien, acepto tus disculpas, pero sé que no sólo has venido para pedirme perdón, así que, ¿Qué quieres?- Preguntó, distante.

-Vaya, así que lo has cogido al vuelo, ¿Eh?- Bromeó, intentando no tensar más la cuerda del ambiente.

-No sólo tengo el cráneo en la cabeza.- Dijo, con un toque de mal genio en su voz.

-Hey, a mi voz molesta ninguna, ¿eh? Que me he pegado un carrerón solamente para verte.- Dijo, sin mirarlo, levantando un dedo en forma de riña.

-Ve al grano, me tengo que ir.- Viró los ojos

-Sé que estás en el mismo grupo que Marki, y sé que no os lleváis bien, también sé que eres más fuerte que él...- Lo miró a los ojos.

-Así que porfavor, protégelo, protégelo con tu alma, si le pasara algo me muero, porfavor.- Unió sus manos, rogando, estuvo a punto de ponerse de rodillas, pero sería ya demasiado para su ego.

-¿Y qué consigo yo a cambio?- Chantajeó.

Ale abrió completamente sus ojos, ¿le estaba pidiendo algo a cambio?

-Una amistad conmigo, mi confianza, no más malos tratos, no más insultos, no más nada malo.- Desunió sus manos, tendiéndole una de ellas a Lukas.

El chico pareció pensarlo por un momento, luego rió sarcástico, y negó con la cabeza a la vez que mantenía sus ojos cerrados , ¿acaso le hacía gracia?

-Trato hecho.- Estrechó su mano con la de la otra, sonriendo levemente, cosa que la sorprendió.

-Trato.- La contraria sonrió también, en señal de alianza.

Lukas separó su mano de la de Ale para pasar a despedirse con esta, desapareciendo entre la armada para colocarse en su sitio.

Ella sonrió, sabiendo que disculparse había sido un gran paso para si misma, no había tardado en darse cuenta de su comportamiento inmaduro ante Lukas cuando él la enfrentó, en un momento un poco aleatorio, pero la enfrentó. Comenzó a andar hacia atrás, todavía sonriente, debía llegar a tiempo al pequeño escenario que habían montado para que ella diera su discurso.

Comenzó a correr entre las personas de por ahí, abriéndose paso con un: "¡Permiso!" A la vez que extendía sus brazos para tener un caminito por donde andar.

Sinceramente Ale ya había perdido la cuenta de cuántas veces había corrido a lo largo de esos tres días, en una de estas se estamparía contra el suelo, ah, no, si ya lo había hecho. Tropezó sobre su propio pie y cayó ni más ni menos que frente al lugar donde se encontraba toda la élite sentada. Siempre se había preguntado porque tenían que asistir a todos lados, a ver, eran importantes, pero estaban ahí de una manera que parecía que todo esto era una obra de teatro.

Puso sus manos en un reflejo sobre el suelo, este estaba mojado porque había llovido toda la noche, aunque tuvo suerte, no cayó en ningún charco de barro, pero las miradas de las personas relevantes no tardaron en postrarse sobre ella, abrumándola.

Contra el adversarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora