Capítulo 2

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                                     18/02/1996
                                   Fuerte Apache

Me desperté con la luz del sol entrando por la ventana. Aunque tenía cortinas en ella, había grandes agujeros que dejaban pasar la luz.

Salí de la habitación y me encontré al Cochi tumbado en un sofá durmiendo y mi hermana encima suya. Re turbia la imagen. Simplemente eliminé la de mi cabeza y me fui a hacer algo de desayunar. Poco a poco se fueron despertando todos.

Aburrida, terminé de desayunar y me vestí para salir a dar una vuelta intentando aprovechar el poco frescor mañanero que quedaba en este caluroso día de verano para conocer el barrio.

Durante mi camino, pude notar muchas miradas, y eso me ponía muy nerviosa. Los vecinos ni siquiera intentaban chismear en voz baja para que no los oyera.

Aceleré mis pasos y me paré al lado de lo que parecía ser una escuela, ya que acá no había tanta gente chismeando y había algo de sombra. Me saqué de mi bolsillo trasero un paquete de cigarrillos y me encendí uno. No solía fumar, solo cuando la ansiedad me carcomía por dentro, como era ahora.

Escuché un timbre sonar, y deducí que era de la escuela. Comenzaron a salir personas de su interior, así que decidí que ya era hora de irme a casa. Emprendí mi camino hacia casa lo más rápido que pude, pero me detuve al escuchar mi nombre.

–¡Dafne!—escuché unos cuantos metros atrás mío. Me giré y me encontré a Danilo y otro pibe algo más bajito que él de cabello rizado. Me acerqué a ambos dando la última calada al cigarrillo y tirándolo.

–¿Qué haces acá?— le pregunté al chico.

–Mirá, este es Carlos,–dijo presentándome al morocho de rizos de su lado, al cual saludé con una sonrisa– ¿tene' algo que hacer esta tarde?—

–No, no— negué comenzando a caminar con ellos.

–Viste que hoy vamos a jugar a la cancha del barrio. Te podes venir a vernos si quere'— dijo.

–Claro, sí, dale. Después los veo entonces— Mientras me iba alejando, alguien llamó a los chicos, y como buena chusma que soy frené un poco.

–Eh, eh, sh, sh–los llamó un pibe detrás de una verja de metal–Che, Freddy, ¿qué onda la Mariela?¿Ya le diste masa?—Me giré y me acerqué a los chicos.

–¿Qué te importa a vos?— contestó Carlos molesto.

–¡Eh, bueno, no te calentés! Sabías que fue novia mía ¿no? Le chupé la tetitas, todo— dijo entre risas el nene. Me molestó y ni siquiera iba conmigo el tema.

–¿Qué andás diciendo? Si la única tetita que habrás chupado vo' habrá sido la de tu vieja— le dije al pibe.

–¿Y vos que te metes, lindura?Bien guardada te la tenía' a esta ¿eh, uruguayo? Si queré' después te quito lo bravo.— dijo el chico mientras su grupo atrás de él se reía.

–¿Por qué no te rescatás, salame?— le respondió Danilo acercándose a la verja enfadado.

–¿Qué te metes, gil?—

–Dejalo. Está caliente porque lo dejó y se vino conmigo— lo calmó Carlos refiriéndose a la Maricela o Mariela, supongo que sería su novia.

–¿Qué te pasa, logi?—

–¿Ya te olvidaste del 4-0, gil?—le gritó Danilo.

–Te vamos a llenar de goles—.

–¿A quién vas a llenar de goles? ¡Cerrá las piernas!— Por fin los nenes esos dejaron de joder y se fueron.

–¿Qué le pasa al pibito este, eh? Lo van a cagar a piñas cualquier día— dije.

–Es el hermano de Jorge– dijo Danilo serio– Vive falopeado y siempre anda jodiendo a cualquiera que se le cruce.

–¿Posta? Nada que ver con Jorge, y mirá que él sabe cómo romperme las bolas— me sorprendí.

Ahora sí, me dirigí a casa despidiéndome de ellos. Llegué a casa y estaban el Jorge con la piba esa metiéndose de todo. Me fui adentro de la casa y estaba mi hermana y el Cochi, ambos con una birra en la mano.

–Eh, ¿ni saludas, ya? ¿Dónde estuviste?— me preguntó mi hermana.

–Dejala, a lo mejor se echó un noviecito— dijo el Cochi obviamente para picarme.

–Si me entero que algún nene te pone la mano encima, le corto la pija, eh— dijo mi hermana advirtiéndome con un dedo.

–Córtala, ana. Sería un tiempo récord en un solo día— dije riendo con el Cochi de la cara que puso– ¿Cómo crees?–

–Andá a comer mejor, tenés comida en la heladera— dijo rodando los ojos. Encontré un recipiente con fideos con crema. Los calenté y comencé a comer.

–¿Vas a hacer algo después?— preguntó mi hermana sin despegar la mirada del televisor.

–Sí, Danilo me invitó a verlo jugar a la cancha— dije.

–Bien, avisame si querés plata— respondió Anabella dando un buche a su birra. Terminé de comer y me di una ducha fría para refrescarme de este calor asfixiante. Después estuve un rato viendo el televisor hasta que una voz me habló por detrás.

–Parecés una vieja viendo telenovelas— dijo Danilo. Yo giré mi cabeza para verlo apoyado en una mesa.

–Y vo' un secuestrador ahí mirándome y no digo nada— le respondí sonriendo. Me levanté y él me hizo una seña dejándome pasar primero.—Nos vemos después, Ana— me despedí de mi hermana.

Salimos de mi casa y fuera había una bicicleta, la cual tomó Danilo montándose.
–Subíte, hay que ir a por el Carlo'— dijo el chico.

–Me estás jodiendo ¿no?— dije. La última vez que me monté con alguien en una bicicleta nos caímos y me raspé toda la cara, así que le tengo algo de miedo.

–¿No te gusta? Me la gané con mi sueldo,— dijo haciéndome reír– además la casa del Carlo' queda lejos, y si tu hermana o el Cochi ven que te dejo así me matan—Yo suspiré pesadamente.

–Bien, pero como vayas muy rápido o hagas cualquier gilada te cago a trompadas— dije agarrándome a sus hombros para subirme en la bicicleta. Creo que lo de no ir rápido este pibe no lo termina de entender. Encima hay muchísimas piedras y no para de tambalearse la bicicleta. Cuando me baje más vale que corras Danilo.

Mientras, una gran piedra, o así la veía yo, hizo que se moviera mucho la bicicleta y me asustara, así que me agarré fuerte a la cintura de Danilo para no caerme. Tras 15 minutos de sufrimiento, llegamos.

Fuimos a la cancha y la verdad sí me sorprendió ver jugar a Danilo, aunque Carlos no se le quedaba atrás. Ambos jugaban re bien y le pegaron tremendo baile al otro equipo. Tras finalizar el partido, Danilo se ofreció a acompañarme a casa, y en agradecimiento le invité a cenar, ya que era bien recibido tanto por mí, como por mi hermana y el Cochi.

 Tras finalizar el partido, Danilo se ofreció a acompañarme a casa, y en agradecimiento le invité a cenar, ya que era bien recibido tanto por mí, como por mi hermana y el Cochi

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Hasta Que Te Conocí | DANILO SANCHEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora