Capítulo 17

92 1 0
                                    

                                    27/03/1996                                     10:30 a

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

27/03/1996
10:30 a.m.

Desperté con un grito de Carlos, el cual me hizo sobresaltar del sillón en el que estaba.

–¡Papá, se despertó!— decía. Yo abrí mi ojos, algo hinchados de llorar y encontré a Danilo tratando de incorporarse. Don Segundo llegó muy rápido.

–Abrí lo ojos, abrí los ojos. Vamos, mirame— le decía Don Segundo. Danilo se tocó la cabeza donde tenía una gasa en la herida– No te toques ahí–

–Estas en mi casa. Mi papá los encontró y los trajo— dijo Carlos al ver a su amigo algo desorientado.

–¿Da, Dafne?— preguntó por mí. Yo me levanté del sillón y me puse de rodillas frente suyo tomándole la mano.

–Estoy acá, Dani. Estoy acá, estamos a salvo.— le dije agarrando su mano con firmeza.

–Mi hermano... mataron a mi hermano. Lo mataron enfrente de mi' ojo' — decía con la respiración agitada– Pero yo me voy a vengar de todo, lo' voy a matar a todo' por dejar a mi hermano de cebo— dijo mirando al suelo tensando su mandíbula.

–Dejate de decir eso. Tene' que descansar— le dije dándole un pequeño beso en la mano. Danilo se apoyó en el hombro de Carlos, el cual lo abrazaba y le daba un beso en la cabeza.

Numerosas sirenas de policía sonaban por el barrio. Ver desde la ventana como cargaban con el cuerpo de mi hermana, el cual dejaron cuando comenzó el tiroteo plena calle me asqueaba. También pude lograr ver como cargaban a Sebas y... al Cochi. No quedaba ni uno. Nos habíamos quedado solos, tanto Danilo como yo. Supongo que mi madre ya se enteró de lo ocurrido, pero no tenía el valor de tomar un teléfono y llamarla todavía.

                            |Narra Danilo Sánchez|

Me encontraba llamando al gran portón de metal que tantos recuerdos traía. La China me abrió, y me acompañó hasta el asesino de mi hermano.

–Que sorpresa, uru. Hace rato no te veía por acá— decía mientras armaba bolsitas con ese polvito blanco que tanto ansiaba.

–Vengo a comprar— dije serio.

–Eh, así nomás. Está' picante, uru. Vení que te hago un regalito— decía poniéndose en pie. Yo extendí el dinero y traté de agarrar las bolsas, pero este las alejó de mi y se las guardó en el bolsillo.

–Danilo, no se puede vivir en el pasado lagrimeando como putos. La vida sigue. Vení, mirá esto– decía descubriendo un auto azul marino– Si seguí' adelante, la vida te da premios, como este fierro que es un caño—.

–Dame lo mío. Dale, que me quiero ir— dije, insistiendo para que me diera lo que me pertenecía. Él lo sacó y me lo dio.

–No seas gil, uru. Pode' tener mucho ma' que esta miseria que te llevas. Labura para mi y te la llevas en pala— dijo gritando esto último mientras me alejaba y me marchaba.

                                             ***

Pasaron algunos días, y Adriana y Don Segundo me ofrecieron quedarme con ellos un tiempo. Yo acepté, pero sabía que Adriana no haría lo mismo con Danilo, ya que lo veía más peligroso, y eso me dio mucha pena. Durante algunos días estuve sin verlo, pero con Carlos todo iba bien. Cada vez iba a un paso más cerca de Boca, y me alegraba mucho por él.

Un día lo estaba acompañando para que llevara a sus hermanos al colegio. Una señora del barrio lo saludo con otro niño. Alguien nos chistó desde una calle y al girar encontramos a Danilo. Carlos le pidió a la señora si podía llevar a sus hermanos y nosotros nos fuimos con Danilo, sentándonos en una tubería abandonada.

–¿Qué pasó, boludo?– dijo Carlos saludándolo con un choque de manos. Danilo solo se dirigió a mí y me dio un beso en la mejilla sin pronunciar palabra alguna– ¿Seguís jugando en Liniers?—

–Na, ni en pedo. Ya me aburrí. Son todo' unos muertos ahí— decía Danilo. Lo pude notar algo extraño. Sudaba y su mirada estaba como perdida pero a la vez sonreía.

–¿Qué onda la afa? Una cárcel ¿no? Te dicen lo que tenes que hacer, lo que tenes que comer, lo que tenes que decir. No puede hacer nada— siguió el chico. Sus sudores eran aún mayores.

–Y cuando estas concentrado es así, hay que hacer caso— dijo Carlos.

–¿Qué van a hacer hoy?— dijo mirando al suelo.

–Yo entro a la concentración— dijo Carlos. Danilo soltó un leve "ah".

–No podes. Ahora que sos famoso te olvida' de lo' pobre' ¿no? Siempre es lo mismo con ustedes lo' futbolista. Solo falta que te corte' el pell y te tiña de amarillo– dijo. Carlos y yo no entendíamos a qué venía esto– Este wacho que ven acá hoy cumple año'—

–¿Estás jodiendo, Danilo? ¿Era hoy?— dijo Carlos.

–Se olvidaron, ¿viste, gil? Y tengo plata pa' comprar pizza así que vamo' a festejar— dijo Danilo manteniendo su mirada perdida y la sonrisa.

–Voy a tratar de venir— dijo Carlos, agachando la cabeza. A Danilo se le borró la sonrisa.

–¿Vas a tratar? ¿En serio me decís? ¿ Y vo' qué? ¿También vas a tratar o se te comió la legua un gato?— dijo refiriéndose a mí. Yo me había mantenido callada en todo momento mientras lo observaba.

–Tenemo' que hablar— dije levantándome y comenzando a caminar. Danilo chistó y vino a regañadientes.

–¿Qué pasó ahora?— dijo cuando yo me detuve a suficiente distancia como para que no nos escuchara Carlos.

–¿Qué onda contigo, boludo? Llevo días pegada al teléfono, asustada, creyendo que te había pasado algo porque no dabas señales de vida, ¿y apareces ahora?— dije molesta.

–¿Y qué queres? No sos mi mamá, no te voy a estar llamando a cada rato— dijo volviendo a la expresión que tenía antes.

–Danilo ¿acaso te estás viendo cómo estás?— dije señalándolo con un nudo en mi garganta.

–¿Y qué? ¿Cómo estoy?— dijo él con su mirada perdida.

–Drogado, Danilo, drogado– dije y algunas lágrimas brotaron de mis ojos– Fue lo único que te pedí, y vos, vos me lo prometiste— dije sollozando.

–No, no llores, por favor. Para ya— dijo frunciendo el ceño. Después me abrazó y yo daba pequeños golpes en su pecho de la rabia sin llegar a hacerle daño.

–Me lo prometiste, Danilo. Prometiste que no te meterías este veneno— dije llorando hundiendo mi cabeza en su pecho.

–Este veneno es lo único que me adormila mis gana de venganza. Es lo único que me calma y hace que me detenga antes de ir y cagar a palos a Jorge.— dijo. Yo levanté mi cabeza, mirándolo, y agarrándolo por sus mejillas lo besé. Hacía tiempo necesitaba esto, y por como lo siguió Danilo estoy segura que él también. Sabía a una mezcla de cerveza y tabaco, pero seguro había algo más que no lograba identificar.


 Sabía a una mezcla de cerveza y tabaco, pero seguro había algo más que no lograba identificar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Hasta Que Te Conocí | DANILO SANCHEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora