Capítulo 5

154 5 0
                                    

                                     12:09 a

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

12:09 a.m.
21/02/1996
Fuerte Apache

Iba de camino hacía la tiendita del barrio. Querían hacer un asado hoy para comer, así que me mandaron para comprar las carnes y birras. Además, hoy en la tarde iba a acompañar a los chicos a Liniers.

Fui con paso acelerado y llegué a la tiendita. Me puse a la cola y enseguida tocó mi turno de pedir. Una vez había comprado todo lo que me habían pedido, me puse en dirección hacía mi casa.
Pasé por al lado de un callejón y alguien me silbó de repente desde ese callejón. Me giré para ver quién era.

–Fua, tremendas vistas que tengo con esos shorts— dijo Hernan.

–Cerrá el orto, Hernan o te parto la bocota esa que tene'— el chico me tomó del brazo y me acorraló en la pared del callejón. Olía a alcohol y porros.

–¿Ah, sí? ¿Con qué mano, nenita?— dijo acercándose más a mí y echándome toda la peste a cerveza.

–Con esta, pelotudo— dije dandole una piña con todas las fuerzas que pude en la nariz, haciendo que le comenzara a sangrar. Después, le di una patada en la bolas para que no fuera a por mí y salí corriendo.

Conseguí llegar sin que el gil ese me alcanzara, me tranquilice un poco en la puerta y entré.

–Mira quién llegó, ya pensaba que te habías mudado con lo que tardaste— dijo Anabella.

–Había una fila enorme en la tienda, y una vieja pelotuda no dejaba de pedir. Tremendo banquete se irá a hacer— le expliqué inventándomelo todo para no buscarle un problema con Jorge por culpa de su hermano.

Tiempo después, el Cochi comenzó a asar las carnes mientras algunos llegaban. Entre ellos, Jorge con la piba esa con la que cogía en cualquier lado y detrás suya su hermano mientras tenía algunos restos de sangre del golpe de antes.

Mi hermana le preguntó que le había ocurrido, pero obviamente ese maricón no iba a decir que una minita le había hecho algo así, así que se inventó algo que lo dejara de machito.

Después de un tiempo llegó Danilo con su bicicleta y la dejó en una pared apoyada. En cuanto lo vi le saludé con un abrazo el cual fue correspondido.

Estuvimos comiendo y hablando hasta que era hora de ir a lo de Carlos para que fueran a Liniers. Cuando llegamos, yo me senté en las gradas del campo y les hicieron unas cuantas pruebas más a todos los chicos, y después el técnico con una lista en la mano empezó a separarlos en dos grupos, de los cuales uno quedó y el otro no. El hombre separó en distintos grupos a Danilo y Carlos, así que me imaginé ya que alguno de los dos no quedó. Finalmente, el técnico terminó de separar a los chicos y, girándose hacía la dirección del grupo de Carlos dijo:

–Bueno, primero les quería dar las gracias por haber venido esta segunda vez, pero lamentablemente esta vez no va a poder ser...— Pude ver desde las gradas del campo de fútbol como Carlos se alejaba molesto. Yo me levanté para ir a ver cómo estaba, aunque era notable su enojo por la rabia con la que lanzó un cono de una patada.

–Carlos, eh, Carlos, tranquilizate. ¡Eh! Sos de los mejores que conozco, y estoy segura que si no entraste acá fue porque estos no entienden ni papa de fútbol— le dije tomándolo de los hombro para que me mirara.

–Pero si no me quieren acá, ¿cómo me van a querer en otro club?— dijo frustrado el morocho.

–Eh, sos buenísimo ¿okay? Si no te eligieron es porque este club no merece la pena. So' una máquina con la pelota, y mirá que yo no entiendo nada.— dije. Parecía que ya eso lo había convencido un poco más— Ahora vamos, también hay que festejar que Danilo entró, es nuestro amigo–.

Ya todos los chicos estaban yendo hacía los vestidores a cambiarse a excepción de Danilo, el cual nos esperaba. Cuando llegué le sonreí y corrí a abrazarlo. Él me levantó un poco y después me soltó. Carlos también lo felicitó dándole un apretón de manos y un abrazo.

Al final del día, ya estaba casi anocheciendo, y Danilo me acompañó a mi casa tras que ambos acompañáramos a Carlos.

–No hacía falta que me acompañaras— le dije.

–¿Y si te quieren secuestrar? Tu hermana y el Cochi me pegarían un tiro– dijo haciéndome reír– La verdad, creo que vo' me diste suerte en Liniers—.

–¿Qué decís?— le dije poniéndome un mechón de pelo detrás de la oreja.

–Posta, cuando me estaban haciendo las pruebas no me sentía muy seguro, pero cuando me sonreías desde las gradas me dabas más seguridad— dijo el chico. Me pareció bastante tierno, y me dio una sonrisa con la que le brillaron los ojos como dos estrellas. En ese momento me percaté de lo hermosos que eran sus ojos, y su sonrisa... ¿Por qué estoy pensando todo esto?

–Voy a tener que ir a todo' tus partidos entonce'— dije bajando la mirada mientras, por alguna extraña razón, notaba mis mejillas arder. Un rugido sonó de repente, y deducí que provenía del estomago de Danilo. Este se lo agarró avergonzado.

–¿Hace cuanto no comés?— le pregunté– Sabes perfectamente que so' bienvenido acá hasta para dormir—.

–Como desde anteayer, pero estoy bien— dijo bajando la cabeza un poco.

–Hoy te quedas acá, no quiero que te quedes sin comer— le dije tomándole el hombro haciendo que sus ojos se posaran en los míos, y después, bajar sutilmente hasta mis labios. Él se comenzó a acercar, y como un imán, mi cuerpo copió su acción. Nuestras respiraciones chocaban y estaban agitadas. Estábamos a punto de tocarnos cuando alguien abrió la puerta. Jorge estaba saliendo mientras se comía toda boca con la piba esa, así que nos nos vio hasta que se despegó de ella, para cuando nosotros nos habíamos separado también.


 Jorge estaba saliendo mientras se comía toda boca con la piba esa, así que nos nos vio hasta que se despegó de ella, para cuando nosotros nos habíamos separado también

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Hasta Que Te Conocí | DANILO SANCHEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora