Capítulo 9

162 6 0
                                    

Se hizo tarde, y como mi hermana no llegaba me di el permiso de invitar a Danilo a dormir, aunque él fuera bienvenido acá siempre

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Se hizo tarde, y como mi hermana no llegaba me di el permiso de invitar a Danilo a dormir, aunque él fuera bienvenido acá siempre. Sobre las 3 a.m. me desvelé por un ruido. Danilo seguía dormido como un tronco. Sabía su situación y cómo vivía con su hermano, y sentía la necesidad de llenar todo lo que le hubiera faltado antes. Era mi hermana y el Cochi los que hacían el ruido. Se les notaba re falopeados y borrachos, pero ya estaba acostumbrada, y no podía cambiar nada. Me volví a dormir, abrazándome a Danilo, sintiendo el calor corporal que desprendía.

                                     01/03/1996
                                       9:00 a.m.

Me desperté y lo primero que vi fue la cara de Danilo. Estaba dormido y se veía re tierno. Su boca estaba entreabierta, y su cabello algo desordenado. Salí de la habitación sin hacer mucho ruido para dejar que durmiera y me encontré a mi hermana tomándose una pastilla seguramente para la resaca.

–Buenos días, ¿estuvo buena la fiesta?— dije. Ella me chistó.

–Me va a estallar la cabeza, baja el volumen– dijo. Yo obedecí y me fui a preparar algo de desayunar– Ey, ¿viste al uruguayo? El Sebas estaba medio preocupado anoche porque no vino—.

–No, no sé— le mentí. Aunque Danilo fuera bienvenido en casa, no podía ir invitando a gente sin consultar sin ser mi casa. Mientras terminaba de hacer el desayuno la puerta de mi habitación se abrió, y detrás suya Danilo salió bostezando sin camiseta, haciendo que me sonrojara.

–Buenos días— saludó este dirigiéndose al baño. Mi hermana me dio una mirada fulminante.

–Dafne, ¿qué hacía Danilo saliendo de tu habitación sin camiseta? ¿Y por qué me has mentido? ¿Te lo estás cogiendo?— dijo mi hermana sin pelos en la lengua.

–Lo invité anoche para no estar sola, es todo. Perdón por mentir y no decirte nada— confesé. Finalmente se despertó el Cochi del sillón donde estaba dormido y salió Danilo del baño.

–¿Qué hacés acá, uru?— dijo bostezando.

–Daf me invitó a quedarme, no se quería quedar sola— explicó el chico. Daf. Dios, se me bajó la presión. El Cochi hizo una mueca de sorpresa.

–Miren que no quiero criaturas correteando por acá, ¿eh?— dijo haciendo que mis ojos salieran de mis orbitas. Otro más que no tenía pelos en la lengua.

–Tranquilo Cochi que siempre no' cuidamos— mi hermana me miró con una cara de desconcierto y yo no sabía donde meterme. Ella estaba por hablar pero alguien llamó al gran portón de metal.

–Ya hablaremos— dijo señalándome a mi y a Danilo. Ella y el Cochi tomaron sus armas y salieron.

–Te voy a matar Danilo. Y después mi hermana a mí. — dije.

–Por lo menos no creo que se diera cuenta de los chupones del cuello— dijo el chico. Yo fui corriendo a mirarme a un espejo y efectivamente. ¿Este pibe me había comido en todos los sentidos o qué? Mientras, el creador de esas marcas en todo mi cuello entró tan tranquilo a mear.

–Están enormes, ¿como tapo yo esto?— dije cruzándome de brazos.

–Vamos, no te enojes. Después te quito el enfado ¿si?— dijo este haciendo que mis mejillas ardiesen.— El Carlo' y yo jugamos hoy. Me pidió que te llevara para que conozcas a la Mariela— terminó. A la tarde, me puse un short, un top y una sudadera. Aunque estuviéramos en verano, a veces se nublaba y hacía un poco de frío, como era el caso.

Eran sobre las 7:00 p.m. y fuimos a la cancha. Allá nos encontramos a Carlos con una chica, Mariela. Carlos me presentó y se la veía algo tímida.

–¿Y, ustedes también son novios?— preguntó la chica. Danilo y yo nos miramos con complicidad.

–No, estos son amigos na' más, pero si se agarraron un buen de cariño— dijo Carlos demasiado seguro con lo que decía. Danilo se dirigió a su amigo y tomándolo por los hombros se lo llevó.

–¿Entonces, si son?— dijo Mariela. Yo asentí— Es como una de esas películas donde van las parejas juntas– dijo con emoción. Se me hizo bastante tierno.

–Si, deberíamos de salir a comer los cuatro como en la pelis— dije y ella dio aplausos de emoción. La verdad me cayó re bien la Mariela. Estuvimos hablando todo el rato. Quedaba poco pero el papá de Mariela vino a recogerla y se tuvo que ir. Un chico empujó a Carlos, haciendo que cayera y se raspara toda la rodilla. Ver a Danilo enojado fue de las mejores cosas que podría haber visto jamás, pero no podía estar pensando en eso ahora. Carlos consiguió ponerse en pie, pero una mujer lo llamó. Era su mamá, Adriana.

–¡Carlos! ¡Qué hacés acá! ¡Andá para casa!— le gritó y unos disparos comenzaron a sonar.

–¡Eh, mi bici, eh!– le gritó Danilo a uno que se la llevaba– ¡Pará que me roban la bicicleta!— yo y Adriana tirábamos de él y salimos corriendo. Estábamos por cruzar una calle cuando un señor lleno de sangre nos apuntó.

Adriana nos puso atrás suya, y sentí la mano de Danilo entrelazada con fuerza con la mía. El hombre salió corriendo y unos disparos lo alcanzaron. Seguimos corriendo y conseguimos llegar a la casa. Los chicos se sentaron en el sillón agitados, pero yo fui con Adriana para ayudarla. Ella se encontraba en la cocina, preparándose un mate mientras sus manos temblaban.

–¿Puedo ayudarla en algo?— le dije.

–Solo quiero que todo esto acabe. No quiero vivir acá. No quiero vivir con miedo por gente como la tuya— dijo mientras sus manos temblaban con el mate que tomaba. Sabía que saldría con esas. Desde que me conoció y me miró extraño...

–Adriana, le puedo asegurar que jamás en mi vida tocaría a ninguno de sus hijos o a usted. No soy como mi hermana. No le pego un tiro a la gente que me ha salvado en medio de un tiroteo— dije mientras ponía mis manos sobre las suyas para que dejaran de temblar. Ella comenzó a llorar y me sentí muy mal. Yo no seré como mi hermana pero estoy acostumbrada a la vida que lleva y no me sorprende. Ella me abrazó fuerte aún temblando.

 Ella me abrazó fuerte aún temblando

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Hasta Que Te Conocí | DANILO SANCHEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora