Capítulo 7

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2:13 a.m.
23/02/1996
Fuerte Apache

–Parate, Danilo— le dije susurrando.

–Dale, no sea' gila, dame un besito má'— dijo susurrando dando besos por todo mi cuello.

–¿Y si entra mi hermana? Te hace picadillo la' bolas— dije cruzándome de brazos.

–Si hace un buen que lo' oigo roncar. Venga, dale— dijo construyendo un camino de besos pasando por mi cuello, siguiendo por mi barbilla hasta las comisuras de mis labios, y besándome finalmente en estos. Daba pequeños piquitos, hasta que yo liberé mi brazos y lo tomé por la nuca para atraerlo hacía mí, haciendo que este se pusiera encima mía.

Siguió besándome mientras yo lo atraía más enrollando mis piernas en sus caderas. Llevó una sus manos por debajo de mi camiseta, haciendo pequeñas caricias en mi abdomen y, subiendo un poco más, en mis pechos.

Notamos un ruido de algo que se caía, y una luz se prendió por debajo de la puerta. Rápidamente empujé a Danilo al colchón de abajo y nos hicimos los dormidos por si entraba alguien. La luz se apagó y nosotros nos levantamos.

–Ya no hay nadie— susurré mirando debajo de la puerta.

–Dale, entonce' vení— dijo Danilo volviéndose a sentar en mi cama.

–Deberíamos dormir ya, mira si se vuelven a despertar y entran— le dije acostándome al lado suya.

–Fua, ¿y yo como duermo así?— dijo el chico haciendo un berrinche como niño pequeño.

–Y yo que sé. Recurrí a la paja pa' dormir— dije encogiéndome de hombros.

–Pero no es lo mismo, al menos dame un besito más— dijo tomándome de uno de mis cachetes y dándome un beso tierno.

Él se recortó después sobre mi pecho mientras yo le daba caricias en el pelo. Al tiempo, noté que se había dormido, y no mucho tiempo después me dormí yo.

                                       10:34 a.m.

Me desperté con los besos de Danilo recorriendo toda mi espalda. Me giré y sonreí, tratando de parecer lo menos borde que pueda, aunque esto por las mañanas fuera casi imposible.

–Tengo partido en Liniers, ¿me va a ir a ver, no?— dijo el chico con el pelo despeinado.

–Obvio, tengo que darte suerte para que ganes— le dije incorporándome un poco. Nos levantamos y salimos a desayunar. Mi hermana y el Cochi estaban despiertos en el sofá.

–¿Escucharon ruidos anoche?— preguntó mi hermana. Yo miré a Danilo y él a mí, ambos rezando de que no hubieran escuchado nada.

–No, no, para nada. No' dormimos temprano— dije negando con la cabeza.

Después de desayunar, Danilo salió para su casa, ya que tenía que ir por el uniforme de Liniers para el partido. Yo mientras, estuve ayudando a Anabella con algunas tareas de la casa para que después no me diga floja.

–Daf...¿Qué te traes con el uru?— me preguntó. Yi fruncí mi ceño y levanté la mirada hacia la suya.

–¿A qué te referís?— le dije haciéndome la boluda.

–Decime la verdad. Cuando pregunté antes por lo' ruidos de anoche ambos se miraron con unas caras muy extrañas, y anoche en la cena estaban muy raros— me dijo dirigiéndose a donde yo estaba.

–No me traigo nada, somos amigos, y ya. Te lo prometo. Si pasara algo serías la primera en saber, ya me conoces— le dije tratando de que olvidara el tema. Después, me cambié de ropa y esperé a Danilo para irnos juntos.

Cuando llegamos, él se fue al vestuario con los otros jugadores y yo me quedé en la gradas esperando a que comenzaran a jugar.

Después de un tiempo, una puerta se abrió, y de ella comenzaron a salir jugadores. Buscaba a Danilo con la mirada uno tras otro, pero no lo encontraba. Miré en el banquillo y tampoco estaba. El silbato indicó que el partido comenzaba, y una figura sin camiseta salía a toda velocidad del vestuario. Era Danilo.

Fue corriendo a por él y lo alcancé no muy lejos del vestuario. Lo tomé del brazo y aprovechando que no había nadie en el vestuario me dirigí hacia él. Danilo tiró su mochila frustrado y se sentó en un banco.

–¿Qué pasó? ¿Por qué no jugas?— le dije sentándome al lado suya.

–El viejo de un chetito pagó para que jugara él y yo no— dijo re agobiado el pobre, con sus antebrazos apoyados en sus rodillas mirando el suelo.

–Eh, no te preocupes. Si este club es tan chorro como para quitarte el sitio que vos con tu talento te ganaste es cosa suya. Después vendrán llorando porque el conchudo ese no meterá ni una.— dije acariciándole el hombro y tomando su mentón para que me mirara. Pude notar sus ojeras algo rojas, supongo que tal vez lloró y por eso las trae así.

Él me sonrió, no muy convencido, pero algo más tranquilo, y tomándome por la mejilla me besó. Un estruendo nos hizo sobresaltar, indicando que habían metido gol.

–Vení, vámonos— dijo el chico poniéndose en pie y tomándome de la mano. Yo lo seguí y salimos del club. Nos montamos en la bicicleta y él comenzó a pedalear hasta que llegamos a un campo. Era hermoso. Estaba todo verde para la calor que hacía y algunas flores se hacían notar.

–¿Qué es este lugar? Está precioso— dije mirando a mi alrededor. Danilo tiró la bicicleta en el pasto.

–De chico venía acá. Siempre me calmaba siempre que necesitaba salir de todo— dijo. Salió re filosofo el nene. Yo me giré mirándolo— Aunque, hasta que te conocí no había vuelto a venir— dijo quitando su mirada del frente y mirándome a mí. Mi corazón iba a estallar de la ternura.

Te quiero...— dije abrazándolo con fuerza y hundiendo mi cabeza en su pecho.

— dije abrazándolo con fuerza y hundiendo mi cabeza en su pecho

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Hasta Que Te Conocí | DANILO SANCHEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora