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— Ese comportamiento no es adecuado para un caballero.

Reprendió al caníbal mientras continuaba con su diatriba, su amigo; el Overlord de la radio comía tranquilamente un par de dedos que le había ofrecido como un aperitivo. Alastor lo tomaba como un dulce sabor humano, lamiendo a las que le daba leves mordiscos para disfrutarlo.

"Solo dije la verdad. ¿Desde cuándo no es adecuado?"

Alastor dejó de comer cuando la dama le quitó el dedo de la mano, el que se estaba comiendo. Y lo miró, acusando sus acciones como maleducadas con una sola mirada; mirada que el otro pudo interpretar a la perfección. Sí no, ¿Dónde quedarían los años que llevan conociéndose? ¡Hasta sería una vergüenza para el Overlord de la radio admitirlo!

Suspiró.

— Perdona mi falta de tacto, querida. Pero realmente no logró comprender el porqué de tu molestia, su majestad, el rey no es alguien débil que se ofendería por mis palabras. Y, puedo decir con tranquilidad qué él estaba en perfectas y óptimas condiciones cuando fuí a verlo antes de retirarme del Hotel.

Rosie alzó una ceja, incrédula de lo que acababa de decir.

— Y según tu criterio, querido Alastor. ¿Cuál es la definición de perfecto y óptimo de la situación del rey? Todos sabemos que si no lo supera en tres meses es probable que muera por depresión por la separación que él mismo forzó.

Alastor la veía y oía hablar mientras volvía a agarrar otro dedo y comenzaba a comérselo, con una sonrisa de disfrute en su rostro. Una exquisitez para otra exquisitez, había oído decir a uno de los pobladores del barrio caníbal (en realidad, no logra comprender qué quiso decir ese ciudadano promedio del barrio caníbal).

"Sé que no se vio afectado."

Dejó el té y se centró en la conversación.

— El rey solo me usa cuando tiene necesidades, como dijo hace tres meses. Quiere que sea su juguete para que no se aburra, y realmente me desagrada que me trate como algo desechable. — confesó, diciendo la ofensa que había pasado hace tres meses.

Rosie sonrió, escuchando las palabras de su buen amigo.

¿Cuáles son las probabilidades de que una persona ajena te conozca mucho mejor de lo que conoces de tí mismo? Pocas, muy pocas de hecho. Pero nunca falta esa persona que va rompiendo las estadísticas de lo que ya conocías, y que te abre los ojos con un par de palabras suaves.

Aunque claro, a veces es mejor callar y dar espacio, quizás con un par de segundos bastan para el ciervo. ¿Verdad?

Rosie se enderezó en su asiento. — Parece que te molesta.

— ... ¿A mí? Para nada, disfruto mucho verlo en ese estado.

Otra opresión en el pecho apareció justo después de decir esas crueles palabras.

Rosie negó, suspirando.

— Eres un inexperto en las emociones, Alastor querido. No afirmes algo que no sientes, si de verdad te molestará que el rey te viera como un juguete. ¿Por qué sigues en el hotel? Según comprendo, ya no necesitas estarlo.

Alastor se puso rígido cuando ella mencionó ese detalle, y tiene razón.

El demonio de la radio ya no presenta motivos para seguir en el hotel, no es necesario de ninguna manera. Entonces, ¿Por qué no se va? Guardó silencio por minutos en los que la mujer caníbal sonreía de oreja a oreja, percibiendo el impacto de sus palabras en su normalmente imperturbable amigo.

Consolando al Rey [RadioApple]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora