Epílogo

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Alastor y Lucifer se casaron después de eso. Pasaron tres largos años en los que ningún día fue aburrido, fue tal y como le había dicho el ciervo. Ningún día fue aburrido cuando estaba con él, cada día fue tan entretenido que el rey pensó que en algún momento esa hermosa paz llegaría a desaparecer algún día. Pero no pasó la mañana después, ni el día siguiente, ni el siguiente y el día después de ése. No hubo ni un solo día en el que las risas, los buenos momentos y su compañía no estuvieran. Lucifer era feliz, tanto que cuando el sanador enviado por el cielo le dijo ese par de palabras su mundo sufrió una sacudida.

Pero de las buenas, claro.

— ¿Qué acabas de decir? — frunció el ceño.

Charlotte, que estaba con su padre, acarició la mano de su progenitor. Sus feromonas salieron casi amenazantes.

El sanador no se sintió intimidado y volvió a decir.

— Está usted preñado. Tiene dos meses de gestación.

La princesa le sonreía a su padre casi reconfortante, sus ojos veían la inquietud de su progenitor. Podía comprender sus dudas, sus miedos; pero ella confiaba en que Alastor no se lo tomaría a mal.

Y se estarán preguntando. ¿Por qué no está ahí el sinvergüenza que lo preñó? Pues, él fue a conseguir un par de dulces en la cocina para que su omega. Mientras tanto dejó al sanador para que pudiera hacer un diagnóstico de lo que su Omega tuviera, pero realmente no sabían cómo iba a reaccionar el Overlord de la radio.

— ¿Finalmente supo que tenía?

La puerta se abrió, mostrando como el ciervo venía con la pequeña Nifty detrás de él.

El sanador asintió y se puso de pie.

— Felicidades señor, su omega tiene dos meses de gestación.

Lucifer y Charlie notaron como se congeló en su lugar.

— ¿Voy a ser papá? — dijo, mirando al soberano.

— ¡Serás el papá cucaracha, JAJAJA! — gritó la pequeña.

Charlotte asintió, mirando como su padre iba hacia él con una cara aparentemente afligida.

Alastor posó sus ojos sobre él desde hace rato.

¿Va a enojarse? ¿Dirá qué no es suyo?

Sus manos temblaron levemente.

— ¿Cielo? — La suave voz del ciervo lo sacó de sus pensamientos.

Lucifer lo miró.

— ¿Estás bien?— preguntó, Alastor podía sentir el cambio en sus emociones gracia al lazo que comparten, debe darle gracias a eso. Ha sido de ayuda para saber cuándo su rey tiene algunos problemas.

Lucifer asintió.

— ¿No estás molesto? S-sabes que los pecadores no pueden tener hijos y yo...

Alastor lo besó para que dejará de hablar.

— ¿He dicho en algún momento que no es mío? — susurró.

Lucifer negó.

Alastor sonrió. — Es un honor tener un hijo contigo, sé que no puedo engendrar, Luci. — lo estrechó en sus brazos — No es algo de lo que tengas que tener miedo para decírmelo, y sé que ese cachorro es mío. — susurró — Porque desde que llevó acariciando tu cuerpo, no ha habido rastro de nadie más. Confío en tí, y si estás embarazado es porque tú mismo eres una bendición.

Charlotte estaba enternecida.

— Yo dije que eras el novio de mi papá.

Alastor asintió. — Tú me amarraste a tu padre. — bufó — Y no me arrepiento. — concluyó besando al más bajo.

Por cierto estaba temblando con lágrimas en los ojos.

— Las bendiciones hacen milagros, amor. — susurró de nuevo — Y me encantaría recibir muchos milagros de tu parte.

Lucifer lloró el resto del día, sintiéndose afortunado.

🍎•❤️•📻

Los años pasaron y siete años transcurrieron.

— ¡Demian! ¡Los patitos no!

Lucifer corría para apartar a su cachorro de la colección de patitos familiares que había hecho cuando había nacido.

Alastor apareció, recogiendo los patitos del suelo y poniendo a todos en la repisa superior dónde el pequeño príncipe no podía alcanzarlos.

Demian soltó una risita.

— ¡Tu cara es divertida, mami! — besó cada una de las mejillas del rey.

Alastor suspiró.

— Hijo, ¿No había mencionado Charlie que no debes tocar a los patitos de tu papá? — miró al rubio.

Demian hizo un puchero, aún en brazos de Lucifer.

— Yo también quiero hacer patitos.

Lucifer sonrió.

— Puedo enseñarte si quieres.

— ¡Sí! ¡Haré mi ejército de patitos!

Lucifer lo bajó y él corrió a su habitación.

— Nuestro cachorro es bastante energético. — suspiró el omega.

— Ciertamente. — confesó el alfa — Pero es agradable que se parezca a tí.

Lucifer sonrió encantado.

— Pero sacó tus orejas y colita.

— Lo único. — bromeó — Nuestro pequeño cachorro alfa es igual a Charlotte.

Lucifer asintió.

— Los tres son mi luz en esta oscuridad.

Alastor le dió la vuelta y besó sus labios, mientras sus manos acariciaban su cintura.

— Hay belleza en la oscuridad, sólo debes adaptarte y verás la maravilla escondida en ella.

Lucifer sonrió, abrazando al más alto por los hombros.

— ¿En serio? — dejó un pico en los labios del pelirrojo.

— En serio. — sonrió.

— ¡Papi, hora del té!

Ambos rieron y fueron a jugar con su hijo, su nuevo cachorro.

Las vueltas que sucedieron para poder llegar a esto, Alastor lo sabe bien. No volverá a arriesgar lo que es preciado para él, y para ello, debe ser más fuerte, mucho más que el alfa del rey. Pero... No desea más de lo que ya tiene, desear más es perder lo que tienes... Y él no desea perder a su rey, a la princesa, ni a su cachorro.

Demian Morningstar.

Alastor se acercó a su pareja y le susurró al oído.

— No tengas miedo del futuro, mi señor. Yo siempre estaré aquí para tí, para consolar al rey.

Lucifer sonrió, amando esa calidez.

Ahora no tiene que preocuparse por nada, más que solo por reinar el infierno.







Nota de la autora:

Y de cuidar a ese cachorrito precioso.

❤️

Consolando al Rey [RadioApple]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora