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Mientras ordena el pasillo de alimentos congelados en el supermercado, Shuhua deja que su mente divague. Piensa en el arte, en cómo no ha tenido la oportunidad de pintar en mucho tiempo. Hay una tienda de arte en la calle, vende cosas simples, lápices de colores y lienzos baratos, y Shuhua piensa que podría pasar más tarde. Solo necesita alejarse un poco de sus padres.
Shuhua toma brócoli del surtido de verduras frías y pone la bolsa en el carrito de compras. Retrocede, chocando accidentalmente con otra persona detrás de ella.
— Perdón — se disculpa.
La persona se ríe con una voz suave y cálida, algo que le resulta extrañamente familiar a Shuhua, y en ese momento, ella se queda helada.
— ¿Soojin?
Ella está parada frente a ella, con su cabello húmedo y oscurecidos a un marrón profundo. Su ropa parece húmeda, manchada de agua en varios lugares, y una toalla azul cuelga alrededor de sus hombros.
— Oh, eh... Bien — trata de no tartamudear Shuhua. Olvida preguntarle sobre ella misma. No pensó que la vería aquí o nunca.
Ella se acerca con los brazos extendidos y la abraza. Shuhua acepta el abrazo, sintiéndose bastante incómoda y desganada.
Soojin la suelta, pero continúa parada un poco demasiado cerca para su comodidad. — Vaya. Cuánto tiempo sin verte.
— Sí...— Ella se queda callada, aferrándose a las verduras y deseando ser tragada entera por el suelo.
— Eh...— Carraspea, limpiándose las manos en sus jeans. Shuhua se pregunta si sus palmas todavía están húmedas por la práctica de natación o si también se siente incómoda y sus manos están sudando. — Tengo que irme. Aunque fue agradable verte.
— Sí. Nos vemos.
Shuhua la observa alejarse y solo exhala una vez que lo ve doblar una esquina. Maldición. ¿No puede ni siquiera hacer las compras sin encontrarse con ex novios?
Ver a Soojin de nuevo remueve una desagradable mezcla de emociones en su interior que preferiría evitar. Todavía le inquieta mirarla. Se queda allí un momento antes de sacudirse y salir a buscar a su familia. Shuhua encuentra a sus padres en la sección de carne, debatiendo entre pollo o bistec para la cena de esta noche.
— Mi voto es por el bistec — agrega Shuhua, acercándose a su madre.
Su madre asiente, coincidiendo. — ¿Ves? Es la opción superior.
Su padre revira los ojos y murmura algo entre dientes que suena a traidores, pero carga los paquetes de bistec en el carrito de compras. Juntos, avanzan por los pasillos, marcando los elementos de su lista de compras mientras avanzan. Una vez que llegan a la fila para pagar, Shuhua considera la posibilidad de pasar por la tienda de arte de nuevo y le pregunta a su padre al respecto.
