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La mañana del sábado comienza con una tormenta de caos.
Todos los Lobos que entran al gimnasio ese día se encuentran con el mismo extraño predicamento: sus pies parecen estar pegados al suelo. Al principio, Shuhua toma este problema como nada más que un efecto secundario de estar particularmente cansada y que sus pies se muevan más lentamente de lo usual, pero a medida que da varios pasos más descubre que sus zapatillas se sienten inusualmente pegajosas. El suelo está cubierto por una sustancia dorada espesa que huele ligeramente a azúcar. Por curiosidad, Shuhua cautelosamente sumerge su dedo en ella. Casi sonríe.
Vaya. Es solo miel.
Shuhua supone que esto es obra de los Potros. Una pequeña venganza por el vandalismo que hizo el equipo de Shuhua hace unos días. Es justo.
Sunghoon parece ser el más molesto por todo esto, habiendo sido el primero en entrar al gimnasio. De alguna manera había logrado tropezar y llevarse un rostro lleno de miel. — Maldición. ¿Qué diablos...?
—Lenguaje, Park — gruñe el entrenador, alejándose para ir a revisar el campo.
—Sí, Osito Pooh — dice Nayeon con una sonrisa socarrona y desliza delicadamente su dedo por la mejilla de Sunghoon. Agita dos dedos pegajosos y dorados frente a su rostro. Él frunce el ceño.
Poco después, el entrenador regresa con un ligero ceño fruncido que indica que el campo está en un estado similar. Esperan en silencio a que dé instrucciones, pero rápidamente se hace evidente que está completamente perdido. Es en este punto que Shuhua siente su molestia encenderse.
— ¿Y bien? — exige Shuhua. — Tenemos que practicar. ¿Qué vas a hacer al respecto?
— Lo estoy averiguando — promete, pero Shuhua duda mucho de eso, juzgando por la expresión desconcertada en su rostro. Pasa un segundo y parece que se enciende una bombilla en su cabeza. Se apresura a sacar su teléfono del bolsillo. —Conozco a alguien que tiene un campo y gimnasio perfectamente buenos...
A Shuhua no le gusta el sonido de eso.
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Definitivamente, a Shuhua no le gusta el sonido de esto.
Los Lobos y los Potros están de pie en lados opuestos de un campo por segunda vez este mes, excepto que ahora no es para un juego. Es para practicar juntos. Shuhua preferiría arrancarse el brazo antes que estar aquí, y supone que su equipo siente lo mismo.
No es que el entrenador Kim lo note. El tipo parece tan alegre como siempre.
—Ahora, sé que ha habido algo de tensión entre ambos equipos. Ninguno de ustedes ha sido el... más amigable, pero les voy a pedir a ambos que intenten ser amables el uno con el otro, o al menos civilizados, especialmente ahora que ya no somos rivales. Los Potros nos están haciendo un gran favor al permitirnos jugar aquí, así que espero agradecimientos de todos ustedes — dice el entrenador. Se detiene para mirarlos con seriedad y luego repite: — Dije que espero agradecimientos de todos ustedes.
