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Shuhua logra dormir durante un par de horas buenas y largas, sus sueños plagados de labios fruncidos y ojos marrones suaves, antes de que Miyeon la despierte dándole un ligero toque en el costado.
— Hey, dormilona. Ya estás despierta — dice Miyeon suavemente mientras los ojos de Shuhua se abren entreabiertos. Shuhua parpadea y sonríe feliz al ver a la otra chica acostada junto a ella en la cama. — ¿Cómo te sientes?
Su cuerpo le duele bastante cuando se sienta, pero el dolor de cabeza palpitante que había sentido antes ya se ha ido. Hay un ligero dolor en su pecho, pero es tan tenue que solo puede sentirlo cuando se concentra en él, y en este momento, lo único en lo que puede pensar es en Miyeon.
—Mejor —responde Shuhua, su voz tiene una calidad innegablemente áspera. Se aclara la garganta. Odia lo baja que puede llegar su voz, especialmente después de una larga siesta.
Miyeon le sonríe ampliamente. —Bien.
Shuhua deja que su cuerpo se desplome de nuevo contra la cama, un suave suspiro pasando por sus labios, y se gira de lado para mirar a Miyeon. Está ligeramente sorprendida por la cercanía entre ellas, pero trata de no mostrarlo. Debería decir algo, cualquier cosa, pero su mente se queda en blanco por completo cuando sin querer roza su nariz contra la de Miyeon.
Miyeon inclina la cabeza y arruga la nariz en respuesta, pareciendo exactamente como un pequeño conejito. Es bastante lindo, piensa Shuhua, observando a Miyeon con cariño.
Muy lindo, de hecho.
No puede evitar sonreír ante el pensamiento, no puede evitar la suave risita que brota de su garganta al ver a Miyeon, incluso mientras trata de contener el sonido.
Una sonrisa confundida se forma en los labios de Miyeon y levanta las cejas. —¿Qué?
Shuhua simplemente sigue riendo.
—¿Qué? —Miyeon repite con curiosidad, frunciendo el ceño.
—Nada, nada. —Shuhua promete, ocultando una sonrisa. Miyeon resopla en falsa molestia, como si no le creyera, pero acepta la respuesta. —No es nada por lo que debas preocuparte.
—Nada de lo que debas preocuparte —se burla Miyeon, bajando su voz para imitar a Shuhua.
Shuhua frunce el ceño. —No sueno así.
—Está bien.
—No lo hago.
—Estoy de acuerdo contigo.
—Eres molesta —se queja Shuhua, puntuando cada palabra con un pequeño golpecito en el estómago de Miyeon que la hace reír dulcemente. Su corazón se estremece ligeramente con el sonido.
—Y tú eres un rayo de sol —contraataca Miyeon juguetonamente, con los ojos brillantes y la boca estirada en una sonrisa indefensa.
Shuhua se acerca más, divertida. —¿Eres cosquillosa?
