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Tocar el Cielo y el Infierno
Abro los ojos de a poco. La vista borrosa no me deja analizar el lugar en donde estoy. Me siento un poco mareada, y tal vez siento un poco de frío. Debe ser porque cuando termino de despertar, noto lo empapada que estoy.
Veo a mis lados, una figura masculina está en el mismo estado que yo.
—¿Connor? ¿Estás...?
—¿Vivo?—Pregunta el hombre con la voz somnolienta—Gracias por casi matarnos, Alanna...
Sonrío, vergonzosa. Pero lamentablemente no consigo decir algo. Creo que siento que algo me hace cerrar los ojos, y no es sueño. Es más bien...
—Estás perdiendo sangre—Escucho hablar a Connor, medio alarmado. Se levanta en seguida y se acerca a mi, sus ojos azules me miran desde arriba. No quiero dejar de mirarlo. Es casi hipnotizante.
—Bueno. Por lo menos...—Hago fuerza para abrir la boca—Moriré en una isla. O eso creo...
—Deja de decir estupide...—Entonces levanta la cabeza y fija la mirada en algo que le llamó la atención—Bueno, si esto no sale bien por lo menos te haremos un bonito funeral, princesa.
Se arranca un pedazo de tela de su ropa con la cuchilla que lleva en el cinturón para cubrir el lado por el que pierdo sangre. Me carga, poniendo un brazo por debajo de mis piernas y el otro en mi espalda baja.
—Aprieta aquí—Con la mirada me señala el paño rojo—¿Puedes hacer un poco de fuerza para levantar tu mano...?—Empieza a caminar, tratando de levantar los pies.
—Si...
Pero yo le estoy prestando más atención a otra cosa. ¿Acaso saben lo qué es que un hombre te cargue de esta manera y que todavía tengas que ver su cuello y su mandíbula marcada? Creo que empezaré a desangrarme más seguido.
—Alanna. Por favor haz fuerza para...—Baja la cabeza y veo perfectamente como intenta disimular su nerviosismo. Sube la mirada y sigue caminando.—Aprieta en donde tienes la herida, vas a desmayarte. O a morirte, o a lo que llegues primero.
—Ya voy.
—Alanna. Tu padre me matará si se entera que estás muerta. Por favor, hazlo.
Levanto el brazo y me acomodo el paño. Empiezo a quejarme de dolor.
—¡Agh, los odio a todos! Imbéciles.
Connor sonríe, extrañado.
—¿A quienes insultas, ahora?
—Connor. Te juro que cuando volvamos, le declararé la guerra a esa princesa. ¿Tú la viste?
Él carraspea—Si.
—¡Es preciosa! ¡Y parece buena persona, no entiendo por qué me atacó!
—¿Por que tú la atacaste primero...?
—¿Ah, la vas a defender?—Empiezo a toser, y con pequeños esfuerzos logro decir—¿Quién mató a Kenneth? ¡Era un niño, hasta me creyó lo que le dije sobre ti!
—¿Qué? ¿Sobre mi?
—Porque le hice una broma, de que matabas a niños inocentes, les... Sacabas los órganos y que solo dejabas el maldito corazón en un bosque.
Ahora él empieza a toser.
—Pero, ¿qué...?
—Era una broma.
—¡Era un niño! Y no era esa una broma decente, Alanna.
—Solo...
—¿Quiénes son ustedes?—Pregunta una voz femenina desconocida.
Pero no me molesto en girar la cabeza. Principalmente porque siento que no puedo seguir haciendo fuerza. Mi cuerpo está débil, pero se siente de otra manera, como si ya no lo sintiera conmigo, como si mi cuerpo estuviera aquí, no yo.
—Necesito que la cure, señorita...
Escucho la voz de Connor.
Mis ojos se van cerrando.
—¿Alanna? Alanna. No, Alanna. Sigue hablando conmigo. Di algo, Alanna...
* * *
Unos ojos transparentes es lo primero que veo cuando despierto. Arriba mío, hay una mujer examinando mi cara, parece estar admirandome, pero... No lo sé, es... Extraño.
—Oh, Arwen...—Al decir ese nombre puedo sentir el sabor de confusión en su boca. Frunce el ceño levemente sin darse cuenta—Ya que te encuentras bien, le comentaré a Connor. Seguro sabe qué hacer contigo. Es tan... Valiente y capaz.
Suelta un suspiro. Hubiera girado los ojos sino me sintiera tan débil en este momento.
—Pero, Arwen...—Se da vuelta y me mira. No sé cuándo fue que empezó a caminar por toda la habitación, ilusionada—Estoy segura de que no quieres intervenir...
¿Me está hablando a mi, entonces?
Se acerca a mi y aprieta mi herida tapada con su mano izquierda, me retuerzo de dolor y ella sonríe.
¿Por qué...?
—Discúlpame. Ya sabes de que trata esto... Todos peleamos por nuestros trofeos.
Toca la puerta con su mano derecha. No sé que le pasa, pero parece estar volviéndose loca.
—Y te juro que haré destrozos por conseguir lo que es mío.
Me mira. Sus ojos transparentes, que al parecer no son de ningún color, me atraviesan la mirada. Llega a recordarme a alguien, pero no recuerdo a quién. El rostro delicado de la chica que tengo en frente parece tener la piel suave, y su cabello castaño claro, que es sedoso...
Se parece a...
—No toques lo que es mío.
Las palabras pausadas que salen de su boca suenan tan firmes que por un momento logro creerme que estoy en una competencia contra ella y estoy perdiendo todas las jugadas.
Pero este es el mundo real.
No estoy en contra de ella, no quiero un trofeo, y no tengo a alguien como objetivo.
No necesito pelear con nadie para conseguir la atención de una persona, y menos de un hombre.
—No sé ni quién eres...
Susurro sin muchas ganas. La mujer logra escucharme.
—Me llamo Myra, Arwen.
—¿Por qué me llamas Arwen...?
—Así dijo Connor que te llamas.
—¿Qué...? Ah, si, claro. Seguro algo de todo este dolor y el desmayo afectó mi cabeza...
Miento. Igual que el popular.
Ella no parece convencida, pero termina suspirando, como si le diera igual.
—No te desmayaste, moriste por dos minutos, pero fue algo mágico...—Su mirada cambia a una más extraña—Como un milagro. Recién despertaste de la nada, como si no te hubieras muerto y solo estás volviendo de un sueño. Sigues con dolor, está claro, pero... Acabas de hacerle frente a la muerte, y ganaste la batalla. Eres mi mayor competencia, y aún así te derrotaré, Arwen. Arderás cuando estés en mis manos y espero que estés preparada para cuando eso pase.
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La realeza en un mundo de fantasía
Ficção AdolescenteUn libro que te cuenta acerca de la historia familiar de los reyes y la princesa, la maravillosa cultura celta y el romance precioso de dos personas distintas.