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Tenía que ser perfecto, no podía haber fallas en él. Luego de tal humillación en el escenario tomo la decisión de dejar de bailar, podía continuar bailando, su orgullo no se lo permitía.
Le era un poco difícil hacer movimientos bruscos, al no poder sostenerse bien de su pie derecho, se había llegado a torcer el tobillo, complicandole hacer algunas cosas.

Había podido vivir tranquilo por 3 años, sin ser descubierto, su imagen había cambiado bastante, era imposible que lo reconocieran.
Solía dar clases de baile solo a unas cuantas personas, quería dejar a alguien tan talentoso como su sucesor, enseñándole los mejores movimientos y gracia del ballet.

Hasta que un día se encontró con aquel chico nervioso lleno de tics, desde entonces, su vida dio un giro inesperado.

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