Capitulo 8: Juego de poder... ¿o seducción?

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Aegan Cash

Después de aquella tensa conversación con Adrik en el pasillo, en donde le aconsejé no meterle el pito a Jude y así no tener que verlo sufriendo por ella, necesitaba despejarme. Me dirigí hacia la improvisada oficina que había acondicionado en la primera planta, con la intención de revisar unos documentos antes de irme a descansar.

Sin embargo, la imagen de la señora Derry saliendo tranquilamente de la cocina con un vaso de agua en la mano me hizo frenar en seco. Busqué a mi alrededor esperando encontrar a la enfermera custodiándola, pero para mi desagrado la vi profundamente dormida sobre una silla dentro de la habitación de la madre de Jude.

Apretando los puños, me encaminé enérgicamente hacia allí para llamarle la atención por semejante negligencia. Su trabajo era velar por la seguridad y bienestar de mi invitada, no holgazanear durmiendo cada vez que se le antoje. Estaba por reprenderla severamente por semejante falta a su deber, cuando la señora Derry se interpuso suavemente en mi camino.

—No la despiertes, yo le le autorice que descansara, le dije que cualquier cosa que necesitara la iba a despertar —explicó tranquilamente, dejando el vaso sobre la mesita de noche.

Sentí que la sangre me hervía. No soportaba que alguien desacatara mis indicaciones, aunque fuera con la autorización de la propia paciente. Así que pese a sus palabras, no pude evitar contestarle con firmeza:

—Señora Derry, el trabajo de Ruth no es dormir cuando se le plazca, ella tiene un deber y es cuidarla. No aceptaré que haya descuidado su tarea solo porque usted se lo permitió —le indiqué tajante—. Yo soy quien le paga, así que espero que mientras esté bajo este techo se respeten las normas que he puesto para su bienestar.

—Eres tal cual como Henrik te describió en sus cartas... cruel —sentenció ella clavándome una mirada cargada de reproche.

La mención del nombre de Henrik hizo que mi mandíbula se tensara involuntariamente. Durante una fracción de segundo, la mirada severa de la señora Derry pareció traspasar mi fachada impenetrable, desafiandome con ese episodio de mi pasado que había enterrado en lo profundo.

Pero me recompuse, enmascarando hábilmente cualquier resquicio de culpa, rabia o pesar. En cambio, alcé el mentón en un gesto altanero, encarando a la mujer con la arrogancia propia de un Cash.

Aunque esa sola palabra resonó en mi mente, trayendo ecos de antiguos señalamientos que no me importaban ni una mierda. Siempre fui consciente de ese rasgo despiadado que mi padre forjó en mí (decisión que yo tomé para ser digno ante él), exigiéndome cumplir con sus demandas a como diera lugar. Aún así nunca perdí el foco, dando prioridad a mi supervivencia y protegiendo a Adrik y Aleixandre. Así me mentalicé, siendo ambicioso y determinado, blindándome contra toda emoción que pudiera entorpecer mi camino hacia la grandeza de los Cash.

Pero ahora, viniendo de la boca de esa mujer, el término adquiría una connotación mucho más perturbadora. Por alguna inexplicable razón, escucharla llamarme "cruel" y desató un torrente de dudas e incertidumbres que creía superadas. ¿En verdad lo era? ¿Acaso mi obsesión por alcanzar la excelencia me había vuelto un ser despiadado, como mi padre?

Por un momento fugaz sentí deseos de refutarla, de defenderme argumentando que mis decisiones siempre tuvieron un propósito para proteger y engrandecer mi apellido y el de mis hermanos. Pero las palabras se atoraron en mi garganta. En el fondo sabía que mi proceder no siempre estuvo exento de una dudosa moral.

PERFECTAS APARIENCIAS-(PERFECTOS MENTIROSOS - ALEX MÍREZ )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora