Capítulo 12: El sabor de la fuerza

132 12 7
                                    

No podía apartar mis ojos de esos labios, llenos de mentiras y falsedad. Sus ojos cafés, enmarcados por espesas pestañas, emanaban una mirada inocente.

Pero yo sabía la verdad detrás de esa fachada angelical. Ari era una serpiente, una maestra del engaño que cambiaba de piel a su conveniencia. Una muñeca de aspecto frágil y delicado, pero con un interior retorcido y mentiroso.

Y ahora, por mi propia estupidez, me encontraba sentado frente a ella en la cafetería de la universidad, fingiendo ser su novio mientras la veía conversar animadamente con otras chicas cuyos nombres ni siquiera me había molestado en memorizar.

Faltaban solo dos días para la fiesta de debutantes, el gran evento donde supuestamente haríamos público nuestro "noviazgo". La anticipación se palpaba en el aire, mezclada con la curiosidad que emanaba de cada rincón de la cafetería. Podía sentir las miradas clavadas en nosotros, especialmente la de Aleix, quien no dejaba de lanzarnos miradas inquisitivas a mi lado, mientras comía su almuerzo en silencio, aparentando una calma que estaba lejos de sentir. Podía notar la tensión en sus hombros.

Era evidente que mi hermano tampoco se sentía cómodo con toda esta situación, aunque quizás no terminará de comprender los verdaderos motivos detrás de mi repentina "relación" con Ari.

—¿No es así, cariño? —La voz melosa de Ari me sacó de mis cavilaciones.

Parpadeó un par de veces, dándome cuenta de que había perdido el hilo de la conversación. Ari me miraba expectante, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos. Era evidente que estaba poniendo a prueba mi capacidad para seguir el juego.

—Por supuesto, muñeca —respondí forzando una sonrisa, sin tener la menor idea de a qué estaba asintiendo.

Las chicas a nuestro alrededor soltaron risitas tontas, claramente encantadas con nuestra dinámica. Si tan solo supieran...

—Aegan es tan atento —comentó Ari, posando su mano sobre la mía en un gesto que parecería cariñoso para cualquier observador externo. Sin embargo, yo podía sentir la tensión en sus dedos, la advertencia silenciosa de que no me atreviera a arruinar la farsa.

Resistí el impulso de apartar mi mano bruscamente. En lugar de eso, entrelacé mis dedos con los suyos, apretando quizás con más fuerza de la necesaria.

—No tanto como tú, princesa —repliqué—. Ari a veces es... muy atenta, cuando se lo propone —sonreí con sorna y guiñé el ojo hacia Ari, quien inmediatamente me dió una patada sigilosa por debajo de la mesa, auch. Sus amigas jadearon sorprendidas por mi comentario. Imaginando alguna escena en su cabeza, sus mejillas las delataban.

Ari soltó una risa suave, como si mi comentario no la hubiera fastidiado.

—Solo se está burlando, ya saben, no podría acostarme con alguien con quien apenas estoy saliendo desde ayer —giró su cabeza hacia mí, sonriendo con un brillo asesino en sus ojos, esperando que le siga el rollo.

—Solo bromeaba, ya deberían saber cómo es Ari. No se conforma con cualquier cosa. Se toma su tiempo... aunque a veces creo que disfruta haciéndome esperar —mantuve mi mirada fija en ella.

Vi un destello de sorpresa en los ojos de Ari, rápidamente reemplazado por una mirada calculadora. Estaba claro que no esperaba que me sumergiera tan profundamente en nuestro papel.

El murmullo de conversaciones a nuestro alrededor aumentó de volumen. Podía imaginar los rumores que ya estaban circulando, las teorías sobre cómo yo, siendo un Cash, había sido "domado".

Poco sabían que esto no era más que el principio de una payasada mucho más compleja y peligrosa.

Mientras Ari seguía en conversación con sus amigas, mi mente no dejaba de dar vueltas. ¿Cómo habíamos llegado a esto? Y lo más importante, ¿cómo iba a salir victorioso de esta situación?. Una cosa era clara: los próximos noventa días serían una batalla constante.

PERFECTAS APARIENCIAS-(PERFECTOS MENTIROSOS - ALEX MÍREZ )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora