2. traumas del pasado.

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08:12 Sabado

Lexa


La luz del día se filtraba suavemente a través de la cortina, acariciando mi rostro y despertándome de un letargo emocional. Entre las finas y cómodas sábanas, me moví con desgana, sintiendo el peso de una noche de insomnio y lágrimas.

Abrí los ojos lentamente, luchando contra el cansancio que me envolvía. Mis párpados pesaban, cargados de legañas formadas por las lágrimas derramadas durante la noche. Me estiré con parsimonia, sintiendo cada músculo rebelarse contra el despertar temprano.

Sentada al borde de la cama, dejé escapar un suspiro que parecía contener todo el peso del mundo. Mis pies descalzos apenas tocaban el suelo frío. Envuelta en una camiseta granate, me dirigí a la cocina sin prisa pero con una necesidad urgente de café. Eran las 8 de la mañana de un sábado, y agradecí al universo que mi familia aún estuviera dormida.

La cocina se extendía ante mí, tan vasta y sin sentido como el resto de la casa. La cafetera eléctrica y la bolsa de café recién comprada por mi padre me esperaban. Abrí la bolsa y dejé que el aroma del café recién molido llenara mis sentidos, inundando mis fosas nasales con su fragancia embriagadora y reconfortante.

El café se preparó rápidamente, y pronto una taza humeante reposaba entre mis manos. Sin leche, sin azúcar. Mis amigos solían decir que era peculiar por tomarlo así, pero para mí, era la manera perfecta de disfrutar su sabor intenso y amargo, como un abrazo cálido en una mañana fría y solitaria.

 Mis amigos solían decir que era peculiar por tomarlo así, pero para mí, era la manera perfecta de disfrutar su sabor intenso y amargo, como un abrazo cálido en una mañana fría y solitaria

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La paz en mi mañana se desvaneció tan rápido como una burbuja al ser tocada. Mi hermano apareció de repente, como un fantasma, y me asustó de tal manera que salté en el sitio, tratando de controlar mi respiración para no perder la compostura. Él rió como si fuera el payaso de la casa.

Aiden -Vaya cara...-, soltó él, señalando mis marcadas ojeras.

Lexa -¿Y la tuya qué? ¿Te has mirado últimamente?-, le respondí con seriedad.

Aiden- Sí, cada día. Y está claro quién se llevó los buenos genes...-, dijo con su típica chulería.

Resoplé y rodé los ojos, dando un sorbo a mi café. -Desde luego que tú no... En fin, Aiden, no tengo humor para tus tonterías...-

Se acercó y me pellizcó. -Tienes que mejorar ese humor de mierda que siempre tienes. Nadie te va a querer así, pareces un perro con rabia-, soltó con una sonrisa burlona.

Lo miré con seriedad mientras se alejaba. -Que te den...-, le espeté.

-, le espeté

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