Dolor

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— Majestad... -uno de los sirvientes se acercó e hizo una reverencia.

El emperador se detuvo y lo observó. Ciertamente debía ser algo importante para interrumpir, le indico que hablara.

– Ha llegado un invitado del Reino Jin.

— ... - Xichen pensó un poco mientras lo miraba- Esta bien, lo recibiré. – y suponía quien era, seguramente A-Yao no había aguantado que lo despidiera tan bruscamente el otro día que venía nuevamente. Al menos le ahorraba el trabajo de viajar – Llévalo a la sala.

— Como ordene. – asintió antes de retirarse.

— ... - Jiang Cheng por su parte solo comenzó a mirar su espada... Si lo pensaba, el único posible era Jin Guangyao - Sería bueno que fuera a saludar brevemente antes de partir.

— No creo que sea necesario... -le comentó mientras comenzaba a dirigirse hacia el palacio, tendría que cambiarse y luego lo vería – Te veré luego.

— Creo que lo es...- le respondió antes que se alejara demasiado– Debo agradecerle y disculparme por la ropa que rompiste.

Eso hizo que se detuviera y lo mirara, era verdad que realmente había sucedido algo así... Pero al mismo tiempo no quería que se vieran. Solo ocasionaría problemas.

— Yo lo haré, no es necesario que vayas. Además, le haré saber que no debe enviar más regalos. Que no los necesitas en absoluto. Solo será pérdida de tiempo el que vayas, además tengo que hablar algunas cosas con él. Te veré en la cena.

Y así... zanjó el asunto dando a entender que realmente su presencia en la reunión no era necesaria. Y que tampoco lo querría allí... Lo vio alejarse mientras sentía su mal humor crecer llevándolo a golpear un tronco que estaba posicionado a un costado para practicar, con tal fuerza que lo abrió provocando que cayera en la arena. Si tuviera un látigo sería muchísimo mejor. Aunque estaba sorprendido por su propia fuerza, no sabía que podía llegar a ser capaz de ello. Miro su espada unos momentos, pero frunció el ceño. Sentía que podía ser mejor. Bufó. Ahora su día estaba casi completamente arruinado. Iba a continuar el entrenamiento, pero estaba inquieto. Ya no estaba tan concentrado como cuando entrenaba con su esposo. Maldijo levemente antes de retirarse del campo de entrenamiento.

Al entrar al palacio, pudo notar el mismo movimiento de aquella vez... y también volvió a verlo como si hubiera estado esperando el encontrarse con él. Si no le hablaba, lo ignoraría... Aunque nada podía ser fácil.

— SanDu ShengShou - escuchó que lo llamó por un título que lo caracterizaba, no era la primera vez que lo escuchaba, pero siempre se le hacía extraño.

¿Cómo era posible que estaba viviendo en un lugar gigante y tenían que toparse?

— Conde Jin Guangyao – lo saludó deteniéndose, pero mantuvo la distancia – Me disculpo por no poder atenderlo ahora, acabo de terminar la práctica para la demostración de las espadas- le sonrió de manera inocente. En momentos así sus viejas clases de etiqueta con su prometido valían toda la pena.

— ¿La demostración de espadas? – tuvo que hacer uso de fuerza de voluntad para que no se le notara la confusión en el rostro – Oh... Entonces se encuentra mucho mejor para poder acompañar a Su Majestad...

— Aun si no estuviera en toda mi capacidad física, ¿no sería lo normal que lo acompañara? – se llevó una mano al mentón como pensando- Oh es verdad... - y pareció recordar algo- Debería disculparme, sé que me regalo una prenda de excelente calidad, pero...

— ¿Acaso no fue de su gusto o cometí un error en el talle?

— No, a pesar de todo el talle estaba correcto... - mentira, le había quedado algo corto, pero gracias a sus sirvientes lució bien en general – Solo... No fue del gusto de mi esposo, terminó siendo destrozado. – hizo como que se lamentó- Ahora que mi cuerpo esta mejor, estamos recuperando el tiempo ¿sabe? – puso una sonrisa algo sarcástica en su rostro y el conde no pudo evitar una pequeña mueca ante esas palabras- Debería agradecerle también... Después de todo, no siempre tengo oportunidad de escuchar decirle a mi esposo que no quiere que vista cosas de otros hombres.

Seducirte para vivir - Vivir para seducirteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora