• CAMINOS ENTRELAZADOS

90 5 2
                                    


Te levantaste al día siguiente con una sensación de resignación.

Estabas acostumbrada a la soledad, a las batallas internas que te acompañaban en momentos como estos.

Decidiste que no permitirias que la ausencia de Erick definiera tu día.

Después de una ducha rápida, te vestiste con determinación.

Optaste por un vestido cómodo y ligero, queriendo enfrentar el día con una actitud práctica.

Te preparaste un desayuno ligero y te sentaste en la pequeña mesa de la cocina, intentando encontrar un destello de normalidad en tu rutina diaria.

A pesar de tu determinación, el recuerdo de Erick seguía rondando en tu mente. Cada sonido, cada sombra parecía recordarte su ausencia.

Pero te obligaste a mantener la cabeza en alto. No podías permitir que tu mundo se desmoronara por completo.

Decidiste ocupar tu mente con actividades que te mantuvieran ocupada.

Te sumergiste en el trabajo, dedicándote por completo a tus proyectos y responsabilidades. El ajetreo y el bullicio del día te mantuvieron distraída, al menos temporalmente, de los pensamientos que te atormentaban.

Terminaste de ejercer tus actividades y decidiste a tomar aire fresco para distraerte un momento.

Te dirigiste al parque con paso decidido, deseando conectar con la naturaleza y encontrar un momento de calma en medio del caos que era tu vida en ese momento.

Cuando llegaste al parque, se sintió atraída por la majestuosidad de un viejo árbol que se alzaba imponente en el centro del área verde.

Te acercaste al árbol y te sentaste cuidadosamente en el pasto y podías contemplar el paisaje que se extendía ante ti.

Te recostaste suavemente, sintiendo la suave brisa acariciar tu rostro y jugar con sus mechones de cabello.

Con una mano sobre tu vientre, acariciaste con ternura la prominente curva que indicaba el crecimiento del bebé.

Ocho meses de embarazo habían pasado volando, y aunque la incertidumbre de criar a su hijo sola te invadía a veces, en ese momento solo podías sentir un profundo amor por la vida que crecía dentro de ti.

La sombra fresca del árbol proporcionaba un alivio bienvenido del cálido sol de la tarde, y solo te permitiste relajarte por completo por primera vez en mucho tiempo. Cerraste los ojos y respiraste profundamente, absorbiendo la serenidad del momento.

En ese instante, el mundo parecía detenerse. Todo lo que importaba era el suave murmullo del viento entre las hojas y el suave latido del corazón de tu bebé.

Te sentías en paz, lista para enfrentar cualquier desafío que la vida le presentara, siempre y cuando tuviera a tu hijo a tu lado.

Tenías un momento de paz y tranquilidad y nadie podía perturbar esa paz o eso creías.

Tu corazón se aceleró cuando viste a Köning acercarse hacia ti con determinación.

Una oleada de miedo y confusión te invadió mientras te preguntabas qué estabas haciendo allí.

Intentaste levantarte de la copa del árbol, pero tus piernas temblaban de nerviosismo.

-Köning, ¿qué estás haciendo aquí?-preguntaste con tu voz temblorosa con emociones encontradas.

El hombre se detuvo frente al árbol, con una expresión seria en su rostro.

-Necesito hablar contigo-dijo él, su tono firme dejando claro que no iba a aceptar un rechazo.

Köning- 𝙳𝙴𝚂𝚃𝙸𝙽𝙾 𝙴𝙽𝚃𝚁𝙴𝙻𝙰𝚉𝙰𝙳𝙾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora