Lenguaje del amor

23: Tocar y temblar

—¡Estás pisándome!—

—¡¿Yo?! Tienes el pie demasiado pequeño. Parecen dos tapas de botella.—

—Omar no sabe agarrarme bien, esto es una pérdida de tiempo.—

—Yo soy el que guía, Ruslana, no puedes moverte a tu manera.—

—Martín, eres malo bailando.—

—Eso es porque me toca con un chico con cara y voz de niña, porcelana. No molestes.—

Violeta apretó los labios escuchando las quejas de sus alumnos; ese viernes, los había emparejado para comenzar con una clase de baile pero al parecer no congeniaban con la persona que tenían en frente y debía hacer algunos cambios, el tema era que no sabia cual y de que manera.

Movió la cabeza, los dejaría asi, al fin y al cabo solo llevaban cinco minutos tomados de la mano y sin dar un paso correcto de baile. Podían mejorar con el correr de los días.

Antes de caminar otra vez hasta su equipo de música, le dio una rápida mirada a Chiara, la morena estaba sentada en un viejo sillón en forma de cubo al lado de Paul y susurraban cosas solo para ellos. Se preguntó qué, porque Chiara apenas entró dijo que ella no bailaría pegada a ninguno de los chicos y por eso prefería darle ideas a Paul mientras él escribía algo.

Puso la música nuevamente y todo salió igual.
Apenas juntaron los cuerpos, comenzaron los pisoteos, los gritos por el trabajo mal hecho y los reproches por culpar al otro en un paso mal dado.

Manteniendo la calma, se acercó al grupo de seis y se detuvo frente a ellos.

—No es muy difícil, solo los chicos guían y las chicas lo siguen. Suzete ¿por qué te separas de Cris nada más empezar la música?—

—¡Porque vive pisándome! Uno de sus pies es como cuatro de Omar o Martín. No quiero seguir bailando con él.—

—En mi defensa...—

—No tienes defensa, Cris— lo cortó Violeta y el chico pateó algo inexistente del suelo —Omar y Ruslana ¿cuál es vuestro problema?—

—No confió en él. No me sostiene bien y parece va a tirarme al suelo. Quiero a Martín.—

—Siempre, nena.— murmuró Martín alzándole las cejas y guiñándole un ojo —Yo también quiero cambiar. Lucas me toca mucho.—

—¡No es cierto!— se defendió Lucas sonrojado porque el chico mentía y solo para molestarlo.

—Bueno, bueno... A ver, ven Martin.— lo llamó Violeta y el chico inmediatamente se puso frente a ella —Guiarás y te seguiré ¿de acuerdo?— el chico asintió al momento que colocaba una mano en la cintura de Violeta y el otro brazo lo estiraba para unirlo con el de la pelirroja —Observen... eh, Chiara, pon la música por favor.— la llamó con diversión para que Chiara, además de hacerlo, la observara.

La morena elevó la vista al escuchar su nombre. Entrecerró los ojos, Martín y Violeta estaban demasiado pegados que parecían uno solo. Bufó algo por lo bajo y con lentitud hizo lo que la rubia le dijo.

Cuarenta segundos. Cuarenta segundos exactos contó Chiara desde un lado al ver a Violeta junto al cuerpo de su mejor amigo.
Cuarenta segundos en que no se quitaron la mirada de encima y de vez en cuando Martín le guiñaba un ojo.

Curvó sus labios hacia arriba y se cruzó de brazos, estaban brindando un espectáculo cual pareja enamorada y eso le generaba algo en el interior. Una sensación rara de molestia y nueva que golpeaba su pecho.

Cuando Martín giró el cuerpo de la pelirroja y terminó de pegar la espalda de ella contra su pecho, estiró su brazo y detuvo la música.
Todos los pares de ojos fueron a parar a ella.