36: En las primeras paginas de esta historia

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Chiara abrió la puerta de su casa y sin ningún paso adentro aún, supo que ahora sí estaba en problemas. Llegó casi al mediodía de ese sábado y apretó los labios al ver a sus padres sentados seriamente en el sillón con la mirada fija en ella.
Alberto tenía los brazos y piernas cruzadas y sus ojos no mostraban más allá de molestia y decepción, Pedro, que siempre lograba comprenderla, ésta vez no mostraba tolerancia ni nada parecido.

La morena cerró la puerta con lentitud y se quedó de pie esperando por alguna orden de ellos.

—Las 12, Chiara... son las 12 del día y recién apareces... desde anoche. Estuviste más de medio día fuera de casa... ¿Dónde estabas?— preguntó Pedro seriamente aún con su brazo flexionado sobre el mueble para sostener su rostro enfatizando su enojo.

—En lo...—

—Ni se te ocurra meter a Martin en esto— la cortó Alberto alzando la voz —Lo vimos llegar totalmente ebrio hace una hora y debimos ayudar a su madre para ingresarlo a su cuarto. —Siéntate— le ordenó señalando el sillón de en frente y Chiara rápidamente lo obedeció —¿La bolsa que llevaste anoche dónde está?—

—La dejé en mi taquilla—

—¿Por qué?— preguntó Alberto sin darle tiempo a pensar en la respuesta.

—Por qué no tenía nada importante, solo cosas de cotillón y eso, además...—

—¿A qué hora saliste de la fiesta?—

—Mmm, ehhh, creo que...—

—No te ayudas— continuó Pedro —Naiara llamó a las 10 ¡A las 10, Jennie! Preguntó por ti porque anoche solo te había visto una vez y luego desapareciste... y ya no te volvió a ver... ¿Dónde fuiste y con quién pasaste la noche?—

—¿Naiara llamó?— preguntó Chiara entre sorprendida y molesta.

—¡Responde lo que tu padre preguntó!— gritó
Alberto enojado haciendo que Chiara diera un pequeño salto.

—¿Chiara?— insistió Pedro más calmado pero Chiara permaneció en silencio. Juntó sus piernas para acomodar sus manos sobre las rodillas y mantuvo esa compostura por mucho tiempo. No quería mentir, no debía hacerlo pero tampoco era el momento de decir la verdad.

Bajó la vista al suelo completamente avergonzada y acarició el largo de sus muslos de manera nerviosa. Ambos hombres entendieron el mensaje por lo que Alberto giró los ojos molesto, se puso de pie y abandonó la casa con un ligero "iré a comprar algo"; él sabía que en ese tipo de situaciones Chiara solo hablaría con Pedro.

—Lo siento— se disculpó la morena apenas la puerta se cerró y Pedro volvió a llamarla pidiendo una explicación —Sé que debería haberte llamado o aparecer anoche por aquí pero créeme que no estuve por allí en cualquier lugar o con cualquier persona.. Estoy bien aquí ahora ¿no?—

—Entonces si no es cualquier persona dime quién es— preguntó Pedro aun seriamente. Chiara movió los ojos dubitativamente y suspiró agitando la cabeza. —Recuerdas nuestra charla días atrás, Chiara ¿cierto?— la morena asintió lentamente y el hombre continuó —Me dijiste qué estabas interesada en alguien, que era una chica, que te hacía bien y otras cosas más... Y luego saliste con que era una broma. En ese momento fingí que todo estaba más o menos bien... pero ahora no... ¿Pasaste la noche con ella?—

—Aja—

—¿En dónde?—

—En su casa— susurró la morena volviendo la vista al suelo pero escuchando el largo suspiro de su padre.

—¿Y sus padres estaban?— Chiara alzó la vista al instante. Bien, podía omitir algunas cosas o aún no contarle a Pedro la verdad, que era con Violeta con quién salía, pero tampoco iba a dejarlo como un estúpido en esa situación. Se puso de pie y se acercó a él, se sentó a su lado y le sonrió débilmente. Pedro la copió al instante y supo que algo él debía saber. O todo.

Lenguaje del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora