Lenguaje del amor

52: Leguaje del amor #3: Recepción de regalos

Violeta suspiró con cansancio y le dio una mirada a sus dos hijas: mientras ella intentaba darle de comer a Ali, Lauren le hacía caras y jugaba con sus espaguetis logrando que su hermana solo riera y no quisiera comer.

La pelirroja hundió por milésima vez el tenedor en un pequeño pedazo de carne y lo llevó otra vez a la boca de su hija; pero Lauren nuevamente soltó por nada una carcajada y Ali se dedicó a imitarla logrando que la paciencia de Violeta volara más allá del techo:

—Lauren, deja de jugar y come— exigió la pelirroja con una seria mirada hacia su hija mayor.

—No tengo hambre.—

—No importa. Acabas de llegar del Instituto y tienes que comer... ¡Lauren!— alzó la voz cuando la niña tomó jugo del vaso de Ali y mojó al paso la camiseta de la más pequeña.

—Tengo sueño— le reclamó en cambio Lauren y ella suspiró molesta. Por supuesto que no tenía sueño pero tampoco imaginaba qué quería realmente. A diario era Chiara la que ocupaba ese lugar y ella estaba en el Instituto dando clases; pero aprovechando la cercanía al cierre del año escolar le dieron el día libre y la morena aprovechó adelantar uno de ella. Violeta quiso golpearse la cara contra la mesa al ver a Lauren comiendo ahora raramente y estirando el tenedor para compartir con Ali y la castaña la recibía gustosa —¿A qué hora regresa mami?—

—¡Mami!— gritó Ali con tenedor en mano pero vacío.

—No lo sé, hija. Me dijo que tenía un nuevo trabajo e iba a tardar.—

—¿No vendrá a comer?—

—No, cielo. Debe estar haciéndolo en el estudio.—

—¿Sola?— preguntó Lauren cruzándose de brazos y Violeta quiso sonreír, porque por muy con los ojos marrones iguales a ella fuera, ese puchero por enojo era igual de adorable que el de Chiara —Mami siempre come con nosotras.—

—Yo lo sé, Lau pero...—

—¡Ma!— gritó Ali apuntando con su tenedor el pasillo cuando la puerta se abrió. Violeta sonrió con emoción y se puso de pie para recibir a Chiara con su habitual beso en los labios.

Frunció el ceño y ladeó la cabeza al verla pasar a su lado sin decir palabra y abrir la nevera con violencia —Mami.—

—Hola, Ali... Lauren ¿por qué está tu plato aún con comida? Sabes que debes comer todo— reclamó Chiara antes de llevar un botellín de agua a su boca.

—Mamá no cocina lo mismo que tú— aseguró la niña cruzándose de brazos y recibiendo una mirada de Violeta —¿Me trajiste mis chocolates?—

—No, hija. Hoy estoy algo con prisas— dijo la morena besándole cariñosamente la cabeza y llegando hasta la silla de Ali para hacer lo mismo —Violeta, Ali está mojada— se quejó Chiara al alzar la niña y sentir la humedad de su camiseta.

—Estaba por cambiarla. Lauren y ella... estaba por hacerlo, Kiki— repitió Violeta siguiendo a la morena escaleras arriba, sin embargo la morena abrió la puerta de su cuarto y caminó directo al placard —¿Qué te pasa hoy? ¿Por qué...—

—¿Cambiaste de lugar la ropa de la niña?—

—No ¿por qué haría eso?— preguntó Violeta desconcertada observando a Ali semidesnuda en la cama y Chiara buscando otra prenda —Están donde siempre, Kiki...—

—Aquí están— la cortó la morena quitando una camiseta con el dibujo de Mickey Mouse en ella y colocándosela a Ali rápidamente —Ve a jugar con Lauren un momento, Ali. Después mamá te acostará para una siesta ¿si?— La pequeña morena apenas asintió y se bajó de un salto para abandonar la habitación —¡Sin correr, Ali!— la retuvo Chiara y Violeta, aún cerca de la puerta, observó a la niña tomarse de la barandilla con cuidado y a mitad de camino ser ayudada por Lauren.