Llegó el día que marcaría la historia por siempre de los cuatro reinos de Haros. Las suplicas han sido escuchadas y por fin nuestro Dios Haros estará en paz con la nuestra. Ha llegado el día en el que los cuatro reinos se reunirán para firmar un acuerdo de paz. Nunca había visto el palacio tan protegido por guardianes azules y naranjas, listos en caso de cualquier intento de ataque.
Por suerte, antes de la reunión Daila y yo encontramos un carrito pequeño de juguete para el tamaño de ella. Anduve corriendo por todo el palacio empujándola hasta encontrar a Arkyn, tanto Ethan como su guardián personal andaban ocupados organizando a los demás por lo que él se hallaba solo. La diversión incrementó aún más cuando me subí al carrito y entre él y Daila me empujaban.
Mis padres encuentran infantil que juegue con Daila a este tipo de actividades, los amo demasiado pero a veces me cuesta entenderles, aunque siempre me repito que lo hacen por mi bien. Al ser hija única por mucho tiempo, mi infancia consistió en solo dedicarme a estudiar y a tener un porte digno de una reina, pero no me puedo quejar, mis papás dedicaban su tiempo en mí leyéndome libros, estudiando juntos o incluso bailando en familia. No todo fue en tono oscuro.
Las risas y gritos se escuchaban por todas partes, momentos como estos me hacían desestresarme de mi rol como futura reina, amaba este sentimiento. Pero como todo principio tiene fin, dimos un gran freno al toparnos con mi madre y la Reina Sarah.
—¡Por Haros Kiara! ¿Qué están haciendo? —Exclamó mi madre con sorpresa. Rápidamente me bajé del carrito y acomodé mi vestido que se había arrugado.
—Jugando mami —respondió Daila con orgullo.
—Mira tu vestido Kiara, esto no es apto para una princesa de tu edad.
—Arkyn, ya están muy grandes para estas actividades —habló la Reina Sarah con cierto tono de advertencia.— Deberían ir a sus respectivas alcobas, los reyes y sus hijos ya no tardan en llegar.
—¿Cómo? ¿Sus hijos también vendrán? —Pregunté.
—Así es, los hijos únicos de cada reino también acompañaran a sus padres —respondió mi madre.— Por eso mismo ustedes también estarán en el momento de la firma de paz. Vayan ya a prepararse, Daila, acompáñanos porfavor.
Mi hermanita la tomó de la mano y las tres se fueron alejando hasta dejarnos a solas. Bufé, creí poder divertirme aunque sea un momento, pero acepto mi derrota, es mi deber. Ilógico ¿no? Que te digan que no puedes realizar actividades ya sea porque aun "no eres muy grande" o "ya estás muy mayor". Aleluya Haros.
—¿Qué crees que sean los herederos de Arteidón y Pramston? ¿Princesa o príncipe? —Me pregunta Arkyn de camino a nuestras alcobas.
Como estamos separados por la gran frontera entre Shilia y Pramston, nadie de nosotros sabe nada de los reinos del sur, salvo que la reina de Arteidón murió hace años al dar a luz. Ni siquiera sabemos el género de los futuros rey o reina de ambos tronos.
—¿Quieres apostar? Apostemos sobre el heredero de Pramston. Te apuesto 500 quines a que es príncipe —le dije.
—¡Trato hecho! Apuesto a que es una princesa.
Rato después, tomé un refrescante baño para luego recibir a Camila en mi alcoba, quien me ayudaría a alistarme. Tenía ya preparado un vestido azul precioso con pequeña pedrería que estaba dispersa por toda la falda y el corsé con bordados de color blanco que hacían un hermoso contraste al azul, con mangas caídas por los hombros, por último unos guantes blancos que llegaban poco más arriba de los codos. Peinó mi cabello negro haciendo dos trenzas que recogían la mitad de mi cabello, que por suerte es demasiado liso como para esponjarse tanto, juntándolas por detrás. Como toque final, me colocó una tiara de diamantes con zafiros que combinaban con el color de mis ojos.
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La Reliquia de la Reina
SonstigesUna guerra que ha transcendido hace años entre los cuatro reinos nacidos del dios Haros, pronto llegará a su fin con la unión de sangre entre los hijos de los dos imperios más poderosos de Aliona y Arteidón. Pero cuando la princesa de Aliona contrae...