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Hace mucho tiempo yo estaba perdido, hasta que un día que estaba de suerte, te conocí. Brillabas tanto que el infierno se iluminó ante tu angelical presencia... Y así como inesperadamente te conocí, también te perdí.

La princesa del infierno estaba afuera del hotel, en su oído se escuchaba el típico pitido de espera a una llamada

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La princesa del infierno estaba afuera del hotel, en su oído se escuchaba el típico pitido de espera a una llamada. Trató de llamar a su papá Lucifer, pero simplemente su llamada fue directo a buzón de voz, ni siquiera tuvo ganas de dejar un mensaje, simplemente colgó y se quedó mirando el contacto de su celular, aquella foto de un pato con un sombrero de copa. Soltó un suspiro, guardando su celular en el bolsillo de su pantalón.

Este día estaba yendo como la mierda, la entrevista no había salido como se lo había imagino, incluso fue peor, ni siquiera fue escuchada por un solo pecador. Solo necesitaba a uno, solo uno, no pedía a miles, solo uno que escuchará lo que tenía por ofrecer.

Estaba estresada, frustrada, decepcionada y ciertamente enfurecida. Enfurecida porque ahora lo que más quería era hablar con uno de sus padres, buscar un apoyo, un consejo, que le digan que no se rinda y que su sueño no es tan tonto como todo mundo se lo hacía ver. Pero no recibía ni siquiera un mensaje de Lucifer.

No tenía una mala relación con su papá, pero desde que se divorció de su otro padre los días habían sido muy deprimentes para ambos. Los desayunos, almuerzos y cenas solo ellos dos en silencio, la jambalaya tan deliciosa que preparaba Alastor, las noches de cuentos, los cálidos abrazos, el jazz que alegraba la casa. Todo eso desapareció.

No había día que el rey se lamentaba cada día el haber dicho esas palabras, no había día en donde Charlie no lo escuchaba llorar por las noches, pero claro:

A veces el ego, le puede ganar al amor.

Y a pesar de que lo extrañaba, no le iba a decir a su ex-marido que volviera junto a él.

Si bien amaba a su hija con todo su corazón, de una u otra forma le recordaba mucho a su marido, después de todo ella era el fruto de su amor y le lastimaba el alma no poder tener a su esposo; estaba en depresión. Descuidando así un poco a su hija, su comunicación y su relación.

Ella sabía que aún se amaban, Lucifer no había dejado de usar su anillo de matrimonio, y Alastor usaba aquella pajarita que adornaba su cuello, fue un regalo por su primer aniversario de bodas. Charlie en su tierna infancia trataba de volver a juntarlos, pero sus esfuerzos fueron en vano, ellos no querían ni verse.

Se había rendido.

Volviendo al tema en cuestión, Charlie cruzó por la puerta de hotel, deslizándose sobre ella y caer sentada, estaba a nada de llorar, había mordido su labio pero se notaba que estaba tembloroso. Necesitaba urgente unos brazos que la rodearan y que le dijeran que todo iba a estar bien.

Papás Divorciados - Radioapple | Appleradio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora