03. 𝐔𝐍 𝐏𝐑𝐄𝐒𝐄𝐍𝐓𝐈𝐌𝐈𝐄𝐍𝐓𝐎

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𝐏𝐎𝐕

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𝐏𝐎𝐕. 𝐎𝐌𝐍𝐈𝐒𝐂𝐈𝐄𝐍𝐓

EL PALACIO SE SUMERGE EN UNA OSCURIDAD OPRESIVA, una realidad distorsionada que contrasta con la luminosidad del sueño. En el centro de la sala del trono, Kinvara se encuentra arrodillada, sintiendo el peso del entorno oscuro sobre ella. Reconoce de inmediato que es un sueño, pero sabe que este sueño en particular ha estado plagando sus noches desde su llegada al palacio real.

Mientras tanto, en el mundo de la vigilia, una Kinvara adormilada frunce el ceño, sus párpados cerrados luchando contra la invasión de imágenes oníricas. Su mano descansa sobre su estómago mientras la otra reposa sobre la almohada a su lado.

─── Consume la... ───su murmullo fue suave─── Cenizas... sombras... Familia.

De entre la oscuridad del subconsciente de Kinvara emerge un rostro familiar, una figura que aunque no haya visto tantas veces en esos días, le aterraba la idea de encontrársela: el Señor del Fuego Ozai, iluminado por las llamas del sueño. Sus ojos brillan con un intenso naranja, una mirada penetrante que corta a través de la oscuridad. La sensación de temor se intensifica, fusionando los límites entre la realidad y el sueño, mientras el rostro del monarca se convierte en una presencia aterradora que la acecha en ambos mundos.

─── Fuego... Los ríos de fuego... bailan...

Unos fuertes gritos llenan el aire, envolviendo a Kinvara en un mar de desesperación y angustia. Los sonidos retumban en su mente, abrumándola con una sensación de terror que parece no tener fin.

En medio del caos, Ozai es lentamente consumido por el fuego, sin despegar la mirada de los ojos azules de Kinvara. Ella, aterrada, observa como él desaparece y se consume por completo.

Todo el fuego de la sala desapareció, dejando ver tres montones de cenizas frente a ella.

De un sobresalto, Kinvara se despierta abruptamente, con su respiración agitada y su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Los gritos que la aturdieron en su sueño aún resuenan en sus oídos, y la imagen del Señor del Fuego, inmutable frente al fuego que lo rodeaba, permanece grabada en su mente.

Sentada en el colchón, Kinvara se siente incómoda con la idea de volver a dormir. Frotó sus ojos y caminó con torpes pasos hacia el baño, cepilló sus dientes y mojó su rostro.

Al regresar a la habitación vio por el cristal de la ventana que el cielo aún estaba oscuro. Decidió ir hacia la biblioteca, prefirió permanecer en camisón y no en ropas de diario, debido a la oscuridad de la madrugada, supuso que nadie iba a estar despierto a esa hora.

El silencio invadía el palacio por completo, lo único que se escuchaba en ese pasillo eran los apresurados pasos de los pies descalzos de Kinvara. La oscuridad también ocupaba la mayor parte del lugar, solo ligeramente perforada por pequeñas antorchas en los pasillos.

𝐊𝐈𝐒𝐒𝐄𝐃 𝐁𝐘 𝐅𝐈𝐑𝐄, 𝖆𝖙𝖑𝖆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora