Capítulo 4

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"Tienes un montón de calaveras decoradas", reflexiona Kirishima en cuanto entran en el apartamento. Se pasea tan rápido como le permite su cuerpo herido, olisqueando y pinchándolo todo, y Katsuki le gruñe.

"¿Quieres callarte?", se queja. "Estoy intentando hacer una llamada. Y deja de tocar mis cosas".

Kirishima levanta la vista al oír eso, con las manos congeladas a centímetros de donde habían estado a punto de coger un modelo anatómico de plástico de un perro. Katsuki pone los ojos en blanco y vuelve a centrar su atención en el zumbido de su oído. Si ese idiota no coge el teléfono ahora mismo-.

"Industrias Chargebolt, habla Kaminari", se escucha una voz.

"¿Quieres dejar ya esa mierda de 'industrias'?", gruñe Katsuki por reflejo, y al otro lado de la línea el electricista da un grito ahogado.

"Grosero, mi empresa tiene éxito más que suficiente para ganarse ese título", dice fingiendo ofenderse. Pero inmediatamente después su voz baja a su habitual tono burlón y prosigue. "¿A qué debo el disgusto, Bakugou?".

Otro cabrón con la audacia de hacerse el simpático con él. Por mucho que quiera burlarse de él, Katsuki se muerde la réplica. Tiene cosas más importantes de las que ocuparse.

"Un cabrón ha intentado colarse en la caja eléctrica de la clínica", dice, y casi puede oír cómo Kaminari se pone en modo de trabajo. Eso, al menos, puede apreciarlo del tipo. "Creo que intentaba desactivar el sistema de alarma, pero no tuvo oportunidad".

"¿Quieres que vaya a echar un vistazo ahora?" Kaminari pregunta y Katsuki mira a Kirishima. Ha estado acercándose más y más al modelo de perro todo el tiempo y ahora lo está girando en sus manos, a pesar de las instrucciones específicas de Katsuki de no tocar nada.

"No", dice, y aunque le rechina decirlo, no tiene mucha elección. "Necesito que vengas a vigilar a alguien".

"¿Qué?" dice Kaminari, alargando la palabra hasta que Katsuki quiere tirar su teléfono contra la pared. "¿El gran Bakugou Katsuki necesita un favor?"

"No es un favor", grita y Kirishima casi deja caer el modelo, tanteándolo un segundo antes de lanzarle a Katsuki una mirada con los ojos muy abiertos. "Me lo debes después de haber destrozado mi apartamento, imbécil".

"¡Eso no es justo, era una fiesta sorpresa! Por tu cumpleaños!" Kaminari se queja. "¿No es eso lo que hacen los amigos?"

"Odio las fiestas sorpresa", sisea Katsuki. Apenas consigue contenerse con el comentario de los "amigos" -después de todo, necesita la cooperación del cabrón- y Kaminari gime, largo y petulante como un niño.

"Muy bien", dice, "¿quién es la afortunada?".

"No es una dama", dice Katsuki, cortante. "Y ya verás cuando llegues, joder, ¿no?".

Luego cuelga y empieza a recoger algunas de las porquerías de su habitación de invitados, ignorando la mirada curiosa de Kirishima cuando pasa a su lado.

Su apartamento es relativamente pequeño, pero no menos que el resto de las unidades de las Residencias Yuuei: sólo dos dormitorios, un baño y un salón-cocina. Pero la clínica es claramente insegura, así que no puede dejar a Kirishima allí. Su apartamento está más cerca de la comisaría que la clínica y es igual de seguro, así que aunque apenas conoce a Kirishima, ambos tendrán que vivir con esto por el momento.

"¿Qué coño estás haciendo?" refunfuña Katsuki mientras trabaja. Ha estado observando a Kirishima por el rabillo del ojo y el tipo ha estado alternando entre mirarle fijamente y frotarse sutilmente las manos y las muñecas por todos los muebles en un radio de metro y medio.

The Moon That Breaks The Night - KiribakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora