—Mierda...Rindou como se hace esta cosa— gritó frustrado tirando de la corbata que tenía en sus manos.—Ni idea, estoy en la misma— por qué esas cosas tenían que ser tan complicadas de hacer. Llevaba más de veinte minutos tratando de hacer el nudo de la corbata.
—¡Por qué mamá se tuvo que ir una semana antes!— Bufó cansado
Rindou agarró la tela que había tirado en la cama y se dirigió a la otra habitación.
—¿A dónde vas?— preguntó el de trenzas.
—Que te importa— mencionó con rumbo a su habitación
Ran rodó los ojos, desde cuándo su hermanito se había vuelto tan respondón. Todavía podía recordar las veces que lo llamaba para que lo ayude con algo. Sin duda prefiere al Rindou de 5 años, cuando recién estaba yendo al kinder. Y pedía ayuda con sus dibujos.
Que tiempos pensó.
—¿Qué está haciendo, por qué tarda tanto?— se asomó por la puerta que estaba medio abierta.
No esperaba ver eso. Su hermano el que siempre dice no necesito ayuda. Estaba viendo tutoriales en su celular. No pudo evitar soltar una risa. Que por supuesto Rindou escuchó.
—Ay que hermoso mi hermanito haciendo su propia corbata— dijo estirando los cachetes de su hermano quien lo miraba frustrado.
—Ash basta idiota— empujó la cabeza de su hermano que lo miraban con una sonrisa de burla.
—Si si lo que digas, bueno vámonos que ya es tarde.
—Y qué hay de tu corbata no piensas hacerle el coso ese— señaló la corbata del mayor.
—No, me rendí con eso así que vámonos— bajó las escaleras para buscar su mochila e irse, pues no debían llegar tarde el primer día.
Los dos rubios caminaban directo al colegio, debido a que la madre les había prohibido ir en moto, los había amenazado, diciéndoles que ella tenía un pajarito que le contaba todo lo que hacían. Así que si desobedecían o causaban un alboroto ella se enteraría.
Ganas no les faltaba, cómo querían acabar con ese pajarito que siempre le llevaba el chisme a su madre.
El camino a la institución no era muy largo, solo era cuestión de cambiar unas cuantas cuadras.
Pasarían por un almacén que está ubicado en la esquina de la otra cuadra. El señor Yoshida era el dueño del almacén, un señor de edad mayor que vivía con su esposa. Cada vez que cruzaban por esa calle, el señor Yoshida siempre los saluda de forma amable con un buenos días muchachos con su voz rasposa.
Esta vez no fue la excepción.
Lo vieron ahí sentado en una reposera junto a su esposa.
Con mucho respeto saludaron a los ancianos que les respondieron con la misma energía.
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|| Nuestro Pasado ||
RandomUna amistad que surge de pequeños. ¿Puede seguir cuando las personas crecen y se distancian? ¿Qué pasa cuando los sentimientos que tienes por tu amigo cambian? Ya no lo sigues viendo cómo un simple amigo. Los sentimientos van creciendo pero... estos...