11. Oh, ¿no puedes ver...

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Definitivamente no pasé una buena noche después de la realmente espeluznante fiesta de Halloween de Wally. Giré sobre la cama una vez más, estirando mi mano para apagar la música que no me ayudó a calmarme como otras veces, y me cubrí completamente con la cobija ligera, tratando de buscar refugio mientras mis pensamientos terminaban de organizarse.

Si querían que viera a Home como algo inofensivo, habían hecho un pésimo trabajo.

Volví a cerrar los ojos, tratando de tranquilizarme con la reconfortante calidez que estaba generando bajo la cobija, y suspiré profundamente; la terrible experiencia me ayudó a darme cuenta de lo mucho que mis vecinos me importaban.

El solo recordar como Poppy había sido tragada por Home seguía haciendo que me sintiera con impotencia; nunca me había puesto a pensar cómo reaccionaría si algo malo le sucediera a uno de mis vecinos. ¿Y cómo pensarlo si apenas los estaba conociendo? Parecía mentira que solamente he estado viviendo aquí cuatro días porque me sentía como si este siempre hubiese sido mi vecindario, como si los que una vez fueron desconocidos para mí, ahora eran una parte fundamental de mi día a día.

«Piénsalo, vecino, seríamos tú y yo para siempre...»

Las palabras de Wally volvieron a repetirse en mi mente, haciendo que un nuevo escalofrío bajara por mi columna; teniendo los ojos cerrados, podía transportarme a ese momento de alta tensión después de que Howdy desapareciera. La forma en la que Wally me veía y el tono de voz que había utilizado no parecía que fuera parte de una actuación; de alguna manera, aquello se había sentido real. Demasiado real.

Suspiré con resignación, no parecía que podría conciliar el sueño de nuevo, me incorporé sobre el colchón en contra de mi voluntad y estiré los brazos hacia el techo, tratando de mantenerme en calma. No quería que mi totalmente razonable temor a Home causara estragos en mi vida, quería pensar que mientras estuviera lo suficientemente lejos de la casa de Wally, yo estaría bien.

Me senté en el borde que estaba más cerca de la puerta, considerando en dar una vuelta por la sala de estar para regresar a la cama y dormir hasta que fuera hora de visitar a Poppy para aprender una nueva receta. Sin embargo, noté una sombra familiar proyectándose en el suelo.

¿Qué...? Era claramente la silueta de Wally; nadie más en el vecindario tenía ese peinado tan característico de él. Fruncí el ceño ante la idea de que él se había metido otra vez a mi casa sin permiso, aunque en parte era mi culpa por no haberme asegurado de que todo estuviera cerrado antes de irme a la cama.

Bueno, al menos Wally no era un psicópata suelto que me asesinaría mientras dormía.

- ¿Wally? -la sombra se movió ligeramente tras haber hablado con la voz ronca, debía de esperar un poco más de tiempo para poder hablar como normalmente lo hago-. Ya te descubrí, no tienes que...

Antes de terminar la frase, unos ojos aparecieron en la sombra del suelo, observándome con una atención escalofriante que me puso en alerta. Era el mismo tipo de mirada que Wally me había dirigido antes en un par de ocasiones, llenándome de terror y pánico al no saber cómo reaccionar.

Me quedé en blanco mientras mi corazón revoloteaba dolorosamente dentro de mi pecho y un par de gotas de sudor bajaban por mis sienes, ¿qué se suponía que debía hacer cuando al suelo de mi casa le salen un par de ojos? No podía creer que esto fuera real, froté mis párpados con los puños, tratando de despertar completamente de lo que parecía ser una tercera pesadilla, y volví a mirar, lo único que quedaba era la oscura silueta de Wally.

Me acerqué lentamente hacia la sombra, mi corazón latiendo a mil por hora por la terrorífica imagen, e hice un muy pequeño suspiro de alivio cuando verifiqué que los ojos habían desaparecido. ¿Quizás era una alucinación por el cansancio? ¿Cuándo había sido la última vez que había descansado bien?

Welcome Home, Goodbye Home. [Lectora x Wally] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora