9. Cada noche que te quedes.

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No tenía idea de cuánto tiempo había pasado desde que cerré los ojos, pero poco a poco, comencé a recobrar la consciencia. Mi cuerpo se sentía pesado como una roca, mi cabeza aún latía por el impacto de la pelota, y mi vista seguía siendo borrosa. Parpadeé varias veces, tratando de aclarar mi visión, pero todo parecía una mezcla de colores y sombras difuminadas.

Fue entonces cuando noté una figura junto a mí. Intenté hablar, pero mi garganta estaba reseca, y solo logré emitir un susurro ininteligible. Noté que había capturado la atención de la figura, y finalmente, mis ojos empezaron a enfocarse. En ese momento, reconocí a Julie a mi lado, con una expresión de sorpresa en su rostro. Ella estaba diciendo algo, pero mis oídos aún no funcionaban correctamente. Solo pude percibir el movimiento de sus labios sin entender las palabras.

Sin saber qué más hacer, decidí cerrar los ojos por un momento más, con la esperanza de que el descanso me ayudara a recuperar mis sentidos por completo. Sentí cómo mi cuerpo se hundía sobre la cama, cada vez más cerca de regresar a la oscuridad reconfortante que necesitaba.

Sin embargo, esta vez no tuve la oportunidad de regresar al mundo de mis sueños. Alguien me sacudió suavemente, desapareciendo al instante la sensación de cansancio. Abrí los ojos de nuevo y vi a la figura borrosa inclinándose sobre mí.

Esta vez, la voz que llegó a mis oídos tenía más claridad. Era la voz de Poppy, suave y reconfortante:

— ¿Estás bien? —Preguntó con evidente preocupación, mientras colocaba una mano cálida en mi frente.

—Sí, creo que he estado peor —murmuré con dificultad, la incómoda y desagradable sensación en mi garganta me recordaron que debía tomar urgentemente algo de agua.

Poppy sonrió con alivio y se apartó un poco. Miré a mi alrededor y me di cuenta de que estábamos en una habitación desconocida. No estaba en el campo de juego, y eso me desconcertó aún más. ¿Cómo había llegado allí? Además, ¿no estaba Julie hace unos segundos aquí conmigo? ¿O habrá sido mi imaginación?

Alcé la mirada para encontrarme con los ojos de Poppy y me encogí de hombros; teniendo en cuenta que acababa de despertarme después de haberme desmayado en medio de la cancha, no creía que era buena idea preguntarle sobre Julie. Después de todo, podría tratarse de una alucinación y solamente la terminaría preocupando más de lo que debería.

—Cuando te desmayaste, le pedí a Barnaby que te cargara hasta mi casa —explicó Poppy con voz dulce y tranquila mientras me ayudaba a incorporarme lentamente, asegurándose en todo momento que me encontrara bien.

Mi mente estaba lenta todavía, pero poco a poco podía sentir cómo las piezas del rompecabezas empezaban a encajar. Podía hacer una imagen mental de lo que había pasado después de que mi rostro hubiera sido golpeado tan bruscamente con la pelota de volley; separé los labios con intención de hablar de nuevo, pero la resequedad me impedía emitir sonido alguno.

Ella pareció entender lo que estaba pasando y, con una cálida sonrisa, me ofreció un vaso de agua fresca. Mientras bebía, me di cuenta de toda la suerte que tenía por tener vecinos que genuinamente se preocupaban por mi bienestar. No podía evitar mirar de reojo a Poppy mientras acomodaba unas cosas en un mueble cercano, la sensación agradable de calidez volvió a inundar mi pecho.

«Fue un gran partido —comentó de pronto, su voz cantarina me confirmaba que ella se la había pasado bien—. No entiendo cómo, pero vencimos al equipo de Barnaby y Julie —se giró hacia mí, dedicándome una amplia sonrisa y sus ojos brillando de la emoción—. Nunca subestimes el valor de tu determinación y trabajo duro, querido.

Mis mejillas se calentaron tras las amables palabras de Poppy, recordándome una vez más a mi época infantil cuando más necesitaba escuchar algo así para no sentirme como una persona completamente inútil que lo único que sabe hacer es arruinar todo. Dejé el vaso vacío sobre la cómoda de al lado y me senté en el borde de la cama, preparándome para levantarme.

Welcome Home, Goodbye Home. [Lectora x Wally] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora