12. ...que me perteneces a mí?

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Tan pronto pasé por encima de las cajas que empezaban a acumular polvo en espera de que terminar de desempacar, escuché golpes en la puerta principal. 

Aparté las cajas de en medio, colocándolas a los costados de los sillones, y abrí la puerta, encontrándome con Wally y su sonrisa de siempre en el rostro. 

Me percaté que ahora no vestía con su acostumbrado suéter azul; llevaba puesto un lindo overol del mismo diseño de sus usuales pantalones multicolor. 

—Querido vecino, mira lo que traje —él sacó de detrás suyo una caja con herramientas para la jardinería, ocasionando que alzara una ceja por lo conveniente de la situación—. Me di cuenta de que saliste de la tienda de Howdy con un libro de jardinería y me pregunté si tendrías las herramientas necesarias. Así no tendrás que volver con Howdy. 

Lo miré con incredulidad después de su completamente creíble explicación, siempre tenía una excusa perfecta para cuando aparecía de la nada. Dejé mi mirada en él, su linda sonrisa llena de carisma no me decía nada más que él solamente estaba siendo amable con la persona que seguía siendo nueva en el vecindario. 

«Oh, también traje algunas cosas para cocinar —él agregó, dando algunos pasos para hacerse a un lado y tomar una bolsa que había dejado en el suelo, y regresó su atención a mí, haciéndome sentir algo de incomodidad—. ¿Qué te parece si cocino algo y después plantamos lo que quieras? 

De alguna manera podía sentir la ansiedad de Wally para que aceptara su propuesta y lo dejara pasar al interior de mi casa; aunque me parecía extraño que él tuviera tanta prisa para que accediera, decidí darle el beneficio de la duda porque él siempre ha sido muy amable conmigo y me ha intentado ayudar en todo lo que puede. 

Después de asentir con una sonrisa, abrí la puerta aún más para dejar pasar a Wally. Mientras entraba, sentí una ligera corriente de aire frío, pero no provenía de ninguna ventana abierta. Mis ojos se posaron en Wally, quien parecía impaciente por adentrarse en mi hogar.

—Gracias, ¡esto será divertido! —aseguró con un entusiasmo que rayaba en lo exagerado, mientras se desplazaba por la sala.

A medida que avanzábamos hacia la cocina, noté que sus ojos se movían de un lado a otro, como si estuviera analizando cada detalle de mi casa. Podía percibir una energía inusual en él, algo que no había notado en nuestras interacciones anteriores. Era como si estuviera más interesado en el entorno que en la actividad que estábamos a punto de realizar juntos.

Mientras Wally sacaba las cosas de la bolsa en la cocina, sentí un escalofrío recorriendo mi espalda. Traté de sacudir la sensación, atribuyéndola a la vulnerabilidad que se queda después de llorar, pero algo en la forma en que Wally se movía y observaba cada rincón me hacía sentir mucha incomodidad.

—Vamos a hacer algo delicioso. ¿Tienes alguna preferencia en particular? —preguntó, pero sus ojos parecían buscar algo más que una simple respuesta a su pregunta culinaria.

Decidí ignorar mi creciente incomodidad y le sugerí algo fácil de preparar. Mientras Wally se sumergía en la cocina, noté que su expresión cambió sutilmente. Su sonrisa seguía allí, pero ahora parecía más forzada, como si estuviera ocultando algo detrás de ella.

— ¿S-Sabes, Wally? —Tuve que aclarar mi garganta para que mis crecientes nervios no fueran tan evidentes—. Creo que sería mejor si cocinamos juntos —noté como la sonrisa de él titubeó, sabiendo que estaba a punto de replicar ante mi comentario; sin embargo, algo en mí me decía que debía mantenerme firme con mi petición—. Es que siempre eres muy amable conmigo y siento que desde que llegué aquí, no he cocinado para mí…

Welcome Home, Goodbye Home. [Lectora x Wally] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora