14. ...con cada paso que das.

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Entré a mi casa con prisa y temor, aún sin poder recordar si había cerrado la puerta con llave, y sentí el alma salirse de mi cuerpo cuando noté que había menos cajas de las que deberían en la sala de estar. 

¡Alguien me había robado! ¡¿Dónde se supone que está la policía en este lugar?! 

Me dirigí rápidamente al teléfono que se encontraba a mitad del corredor y comencé a digitar el número de emergencias; sin embargo, antes de que pudiera levantar el auricular para concretar la llamada, escuché un par de pasos en la cocina. 

El maldito ladrón seguía aquí, aún tenía esperanza de recuperar mis cosas. 

Caminé lenta y temerosamente con el cuerpo pegado a la pared, tratando de escuchar los movimientos del invasor, y apreté los puños al escuchar mis platos chocando entre sí; me hacía pensar que estaba buscando algo. 

Entré al comedor, esperando que la puerta que daba a la cocina estuviera abierta para poder ver al intruso, y tuve que contener un gruñido de impotencia al ver la puerta cerrada. Debía hacer algo rápido, si iba en busca de Howdy probablemente el ladrón se iría con todas mis cosas, así que tenía qué pensar en algo con lo que pudiera asustarlo. 

Observé a mi alrededor y tomé una de las sillas de madera; nunca he golpeado a alguien con una silla, probablemente terminaría perdiendo el equilibrio cuando intentara levantarla para golpear al intruso, pero era lo único que se me ocurría. 

Quizás debería preguntarle a Howdy si vendía algún producto de autodefensa; jamás había cruzado por mi mente que algo así podría sucederme, ni siquiera nadie tuvo la amabilidad de advertirme. 

Aunque, ¿qué era lo que esperaba? ¿Que alguien de repente llegara conmigo y me dijera “oye, cuidado porque alguien podría meterse a tu casa a robar”? 

Como sea, debía concentrarme. El ladrón seguía buscando algo entre mis platos, debía aprovechar que estaba distraído para al menos alcanzar a rasguñarlo con alguna de las patas de la silla. Tendría suerte si una astilla se le encajaba, aunque el barniz de la silla se veía perfecto y dudaba que alguna astilla rebelde quisiera salirse de su lugar solamente para causar un poco de daño al ladrón. 

Abrí lentamente la puerta e intenté levantar la silla, pero el peso fue mayor y terminé cayendo de trasero al suelo, el mueble de madera cayó a un lado mío, peligrosamente cerca de mi mano. 

— ¡Oh! —Wally se incorporó rápidamente ante el repentino estruendo y arqueó una ceja hacia mí, sus manos en la cadera me daban la impresión de que me iba a regañar—. Vecino, ¿qué intentabas hacer? 

—Ah… Uh… —mis mejillas comenzaban a arder intensamente al darme cuenta que estuve a punto de golpear a Wally. 

Desvié la mirada hacia a un lado, tratando de buscar alguna excusa para disculparme por haberlo intentado golpear, y fruncí el ceño al recordar que él había entrado a mi casa sin mi permiso. Otra vez. 

«Pensé que eras un ladrón —respondí con calma, levantándome con la ayuda de la mesa, y sacudí mi ropa sin apartar mi mirada de él—. ¿Qué te dije de entrar a mi casa sin permiso? 

Wally se encogió de hombros, esbozando una pequeña sonrisa de culpabilidad, y dejó una caja vacía sobre la mesa. 

—La puerta estaba abierta cuando llegué, pensé que estabas adentro —comentó con un tono suave, casi como si realmente estuviera arrepentido—. Entonces vi las cajas y pensé que necesitarías ayuda para desempacar. 

Entrecerré levemente los ojos ante su explicación, alzando la vista para ver las cosas que Wally había acomodado por mí, y dejé escapar un gran suspiro de resignación ante su amabilidad excesiva; parecía que él estaba dispuesto a ayudarme en lo que fuese aunque no se lo pidiera. 

Welcome Home, Goodbye Home. [Lectora x Wally] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora