1. Cada respiro que tomes.

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Bajé del camión de mudanza que muy amablemente me trajo hasta mi nueva casa y, con ayuda de los conductores, metí cada una de las cajas que preparé con mis cosas; aunque no todas, porque tenía planeado regresar por más en un par de semanas, después de que el lugar me convenciera de quedarme.

Era de noche, no había nadie en la calle a pesar de que era un pequeño pueblo, y las casas lucían apagadas, como si todos estuvieran durmiendo. Miré la sala de estar llena de cajas y dejé escapar un gran suspiro de cansancio, todavía me quedaba mucho por hacer.

Me senté un momento en uno de los sillones color lila y observé las paredes de mi alrededor, eran tan coloridas que empezaban a hacer que me doliera la cabeza. Sabía que no sería el lugar de mis sueños, pero no esperaba que el dueño anterior de la casa tuviera tan mal gusto; si me preguntaran, diría que la sala de estar fue sacada de un programa infantil. ¿Por qué no tuve la inteligencia de preguntarle a ese misterioso agente inmobiliario sobre el diseño? Suspiré, bueno, algo debía de andar mal con la casa como para que estuviera tan barata; aunque yo esperaba problemas con la tubería o el cableado eléctrico.

Alcé la mirada, observando las espesas nubes de afuera a través de la ventana, y tomé mi celular, necesitaba configurar mi ubicación para obtener la información de mi alrededor, pero... No tenía señal. Algo debía de andar mal.

Caminé hacia la cocina, encendiendo la luz antes de entrar, y me horroricé al notar los brillantes colores en las paredes y en los muebles; maldición, ¿que acaso toda la casa tenía esta fastidiosa decoración? Ahora tenía que hacer un gasto extra para comprar pintura e intentar arreglar el mal gusto del dueño anterior, ¿o será que así era la casa desde el inicio?

Tomé nuevamente mi celular, con la disposición de buscar tiendas cercanas a las que pudiera acudir el día de mañana, pero seguía sin haber señal, recordándome la razón del porqué había ido a la cocina. Esto no puede ser verdad. No, no debo hacer conclusiones tan pronto, quizás todo esto sea un simple error.

Me dirigí hacia el pequeño comedor que estaba a lado de la cocina, despreciando cada vez más los llamativos tonos del lugar, caminé por el corredor hasta llegar al dormitorio, negándome a encender la luz por mi paz mental, y dejé escapar un gran suspiro al darme cuenta que, por más que cambiara de lugar, mi celular seguía sin señal.

¿Cómo se suponía que iba a vivir sin Internet? Después de todo mi mamá tenía razón, iba a tener que regresar con ella tarde o temprano, arrepintiéndome de una de mis más grandes decisiones en la vida. Mi orgullo morirá cuando ella me vea con esa sonrisa de superioridad y mi destino quedará marcado para siempre, no podría soportarlo.

Me senté en el borde de la cama, al menos estaba suave, me desplomé sobre ésta para ver el oscuro techo, preguntándome de qué color sería cuando encendiera la luz, y dirigí mi mirada hacia la gran ventana que estaba frente a la cama, notando como pequeñas gotas de agua empezaban a caer. Quizás estaba siendo muy pesimista.

Me levanté lentamente para abrir la ventana y ver el exterior, había árboles y arbustos muy cerca de la casa, no debería sorprenderme si veo a algún animal rondando cerca; ¿será un bosque lo que había más allá? Por más que me moviera no podía ver entre los árboles. Mi mirada cayó en uno de los pequeños arbustos cuando escuché que se estaba moviendo bruscamente, haciéndome pensar que en cualquier segundo saltaría un conejo en busca de algo de comer, esperé pacientemente a ver lo que estuviera provocando los movimientos en el arbusto y me incliné levemente hacia adelante, entrecerrando los ojos en un intento de divisar lo que había capturado mi atención.

Sin embargo, antes de que pudiera encontrar al causante de mi curiosidad, escuché un teléfono sonar.

No, no era el mío.

Welcome Home, Goodbye Home. [Lectora x Wally] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora