ANGEL

18.

Dolía pensar que Omar ya no estaba con nosotros, que cada vez había menos camas ocupadas y que esto terminaría de un momento a otro.

No quería irme de aquí, no podía. Me quedaría a vivir en esta burbuja toda la vida, a pesar de estar incomunicada con el exterior. Quizás esto era lo que más me animaba a quedarme aquí dentro.
¿Sentirían mis padres un misero orgullo de mí por primera vez en su vida? O ¿Seguirían sacando el más mínimo detalle para quitarme mis méritos?

Probablemente la segunda.

Me despierto con Chiara a mi lado abrazándome, tenía los ojos rojos de tanto llorar. Pensar que Violeta se podía ir de su lado la dolía, pero más la dolía que se fuese sin aclarar las cosas. Era otro nominación dura, otras mejores amigas se veían enfrentadas para abandonar la oportunidad de sus sueños.

Le doy un beso en el pelo a la británica dejándola dormir unos minutos más, puesto que hoy la alarma sonaba más tarde al ser martes. Después, intenté sigilosamente salir de la habitación para no despertar a nadie ya que parecía que todos mis compañeros seguían dentro de la habitación.

Sin embargo, me lleve una sorpresa cuando vi a Paul poniéndose el micrófono. No obstante, no llevaba su típica sonrisa que le caracterizaba por las mañanas sino que se le notaba una actitud inquietante.

Ayer estuvo propuesto para la nominación a pesar de haber dado todo de él esta semana intentándose integrar más en el grupo y adaptando la canción a sus otros dos compañeros aunque acabase el perjudicándose.

-¿Qué tal estás? -le abracé mientras este se agachaba para poner su cabeza en mi hombro-

-Bueno, intento no pensar en el desastre de anoche aunque es imposible.

-A mí no me pareció que estuviese mal.

-A ti cualquier cosa que hagamos te parece que está perfecto -me sonrió con ternura-

-Bueno, tampoco todo, pero no me pareció que lo hicieras mal. Quizás el problema fue que ayer la gala estuvo en un nivel altísimo, yo no hubiese sabido nominar la verdad.

-¿Podemos ir al piano? Por favor.

-Pablo Delgado, pensé que nunca más escucharía decir eso de tu boca.

Fuimos en un silencio acogedor al piano, mientras él tocaba notas en un tono bastante suave para no despertar a nuestros compañeros yo me tumbaba en los bancos pensando en todo esta semana.

Casi se va, y no me lo hubiese perdonado en la vida. Creo que la peor decisión que pude hacer es distanciarme en la semana que más lo necesitaba. Intenté dejar de lado esos pensamientos, nunca ocurrió y espero que nunca ocurra

-¿Qué tal te sientes en el grupo? ¿Mejor?

-Si, más cómodo la verdad. Desde que lo dije en el comedor me siento como más unido no se me tratan de incluir más y eso se lo agradezco un montón.

-Pero -dije al ver que hacía una pausa-

-Siento que el problema soy yo, ellos intentan todo lo posible y yo también pero hay una parte de mí que no cuadra. Desde pequeño me han apodado como el bicho raro y me es muy difícil quitarme a mí mismo ese nombre.

-No eres un bicho raro, tus gustos quizás no son comunes pero a mí eso me encanta. Es lo que te hace diferente.

Paul me escuchaba atentamente mientras no levantaba la cabeza del piano como si tuviera vergüenza de ser él mismo.