Candy

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Miraba al rubio de reojo quien parecía estar hundido en sus pensamientos mientras observaba el gran lago. Con la tardanza ya estaba anocheciendo y aquel lugar se volvía mas oscuro de lo que ya era, iba a hablar cuando vio en la mirada del rubio algo que se iluminaba y así de pronto este comenzó a correr hacía un  lado del lago metiendo se entre los arboles que rodeaban el lago.

—¡Ey! Espérame, ¿que viste? — Dijo casi gritando el pelinegro mientras seguía al rubio quien se mantenía en silencio y seguía persiguiendo lo que había cazado con la mirada. Al no recibir respuesta miro por mas adelante del menor viendo a un hombre corriendo, algo impactado por eso no dijo nada y siguió corriendo.

Gustabo tras mucho correr chocó contra unas ramas debido a la poca visión en su entonó que le dificultaron la estabilidad impactando contra la yerba  de cara al suelo. El mayor no fue menos, al ver como este cayó repentinamente no dio tiempo a parar así cayendo sobre él.

—¡Ash! —El rubio levanto su rostro de la fría tierra retirando los pelos rebeldes que caían sobre su frente sudorosa. Giro su vista  hacía atrás observando al hombre que seguía detrás suya, notando su pecho pegado a su espalda y escuchando las pequeñas quejas de este. Notó como el mayor se levanto de encima suya mientras maldecía por haber perdido al sujeto por el resbalón del contrario. Hizo lo mismo levantándose igual, en ese poco tiempo que tuvo el pecho del mayor junto su espalda juró haberse sentido en el cielo, a pesar que su rostro reflejaba enojo, fue una sensación fantástica para él, incluso se atrevía a decir sensual.

—¡¿Con que, coño, resbalaste, chorbo?!
—¡Habían unas ramas y choque no las vi por la oscuridad! —Respondió con un tono igual que el del pelinegro mientras se cruzaba de brazo como un niño enfadado.

—Hay que ser torpe... —Fue lo único que dijo mientras comenzó a salir de vuelta al lago, ya sería imposible encontrar al hombre en medio de la oscuridad, pero al menos sabía que ahora seguía ahí. El menor siguió a este hasta salir, se sentía triste al no poder atraparlo y que el mayor se enfadará tanto por su torpeza, pero ¡no era su culpa!

—¿Ahora que?
—Pienso que deberías ser más rápido.—Dijo el mayor ignorando su pregunta mientras montaba en el vehículo. El rubio iba a montar pero una mano lo detuvo.

—Si corres lo suficientemente rápido como para alcanzar el coche te montas, pavo, si no, no y vuelves a pie. ¿Me entiendes?

El rubio se quedó petrificado sin entenderlo, así reaccionando tarde cuando vio como el coche ya estaba en marcha y se alejaba a gran velocidad. Comenzó a correr mientras gritaba cosas inaudibles para el conductor quien se divertía viendo a este por el reflejo del espejo correr.

Mientras corría estaba metros del coche, para su suerte no había obtenido tanta velocidad, juraría que el contrario estaba apretando su pie por completo en el acelerador. Soltó un pequeño gruñido hasta llegar al vehículo golpeando este con su mano mientras le gritaba al pelinegro. Tardó unos segundos para luego parar el coche y oír las risas del hombre.

—Menuda broma estúpida. —Dijo el rubio colocándose como copiloto mientras miraba con el ceño fruncido al gallego quien mantenía la sonrisa divertida en su rostro. El pelinegro dirigió su mirada graciosa hacía el rostro enfadado soltando un bufido.

—No te pongas así anda. —Sin despegar la vista de la oscura y vacía carretera llevo una mano hasta el rostro suave del menor agarrando su cachete como el de un niño, notando como este soltaba un suspiro apartando la mirada. Tardo unos segundos en retirar la mano y colocarla en la palanca del vehículo. —Las risas no faltaron.

El menor quien mantenía su rostro oculto con el pretexto de mirar la ventanilla se sentía arder por dentro, aquel toque tierno había enrojecido su rostro por completo, cuanto mas tiempo pasaba con ese hombre más se volvía loco por él. Giro su vista con timidez viéndolo nuevamente, mirando como este sonreía mientras conducía.

Freddytabo | 𝐄𝐥 𝐡𝐨𝐦𝐛𝐫𝐞 𝐝𝐞 𝐧𝐞𝐠𝐫𝐨.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora