Me and the devil

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Caminaba a una gran velocidad esquivando a las personas y vehículos a su alrededor, recibiendo algún que otro insulto a su espalda, pero eso era lo de menos, llegaba tarde a su cita con el hombre, aunque no era una cita, obvio esta, pero de alguna forma le gustaba llamarlo así y nada le impedía hacer lo contrario. Por distraído no visualizo un pequeño gato negro que se cruzo entre sus pies que lo hizo perder el equilibrio cayendo directo al suelo, lastimando todo cuerpo al caer de cara al duro suelo. Con vergüenza se levantó rápidamente aún bajo la mirada de mucho de los hombres ahí presentes, su rostro y rodillas ardían debido al golpe, pero dejo eso de lado y toco la puerta de la morada esperando a ser abierto.

Un fuerte tirón lo llevo hacía dentro de la casa, nuevamente debido a la fuerza ejercida lo tiro al suelo, golpeando dónde anteriormente fue herido notando el frío mármol debajo suya.

—Pero... me cago en la puta.
—Deja el mamoneo y levantate, pituquiño.

El rubio elevó la vista mirando desde  el suelo el gran porte que mostraba el elocuente Freddy, nunca se imagino estar literalmente a los pies de este. Sorprendido por su comportamiento, mas no metió queja alguna, se levantó del suelo soltando alguna que otra queja de dolor.

—Hola...
—Sígueme.
—Joder...

Así fue, el menor siguió por toda la gran casa como si de un perro de compañía se tratase. Admiraba el lugar curioso por las cosas que había, impresionado por el orden que reinaba en el hogar.

—¿Le han dicho antes que sus zapatos parecen de iglesia? — Vio como el mayor paraba en seco su andar y lo miraba de reojo. Fue un comentario inocente, sin fines de causar una inseguridad o alguna molestia, pero por la expresión en el rostro del contrario vio que la había cagado.

—Gustabiño, un comentario más así y te dejo parapléjico, ¿entiendes?
—Perdone, no quería ofenderlo...

—Pasa. —El mayor abrió una puerta dejando pasar al menor al lo que parecía ser un despacho lleno de libros y archivos...

—Joder... se lo tiene bien montado ¿no?
—Mira, antes que nada quería mostrarte dónde pasaremos parte de nuestro tiempo... aquí se guarda toda la información que vamos recopilando ¿entiendes? —Recibió un simple movimiento de cabeza que le basto para entender que lo comprendió.

—¿Alguien más vive aquí? Una criada, un familiar... o su esposa, si es que tiene... no... no lo sé. —Su pregunta era clara, pero el tono bajo en el que lo decía y que no le dirigiera la mirada hacía sospechar al contrario de algo, más como se trababa al hablar, negó repetidamente, no seria nada solo sus pensamientos.

—Vivo solo, pero ahora tú pasarás mayormente del tiempo conmigo, en esta casa... serás mi compañero, pavo, te podría usar de criada.— De la boca del pelinegro salió un sonido alegre en forma de carcajada debido al último comentario mientras imaginaba una muy graciosa escena. —Si haces mal tu trabajo te obligaré a ponerte un traje de criada...

El lugar era lleno de las risas de ambos, las cuales dominaba en carcajadas el mayor, mientras este reía con una escena graciosa e inocente, Gustabo al contrario reía nerviosamente, acompañado a sus risas estaban las gotas de sudor que se deslizaban lentamente por su piel. Sus pensamientos no eran para nada puros al pensar en aquello, imaginando una escena para nada graciosa o inocente, todo lo contrario, una que calentaba todo su cuerpo rápidamente, que dejaba sus piernas temblando como si de tener frío se tratara, para él Freddy era un hielo abrasador, un fuego que arde, como una herida que duele, pero a él lo que le dolía le excitaba, imaginar como las manos ásperas y grandes del mayor golpeaban su delicada piel de porcelana como si de un niño maleducado que se portaba mal y recibía unas nalgadas en forma de castigo, que lo golpeara con una mezcla de desprecio y excitación.

—Pues trataré de portarme bien para usted, señor.

Por algún motivo esas palabras hizo resonar algo dentro del mayor, aquel tono en que fueron pronunciadas mas el leve rozado en en inocente rostro del de cabello dorados. Por favor, no era estúpido, su mente y su olfato para comprender a las personas más allá era alto, sabía que el de ojos claros lo coqueteaba de manera discreta con sus palabras.

—Espero así sea, neno, o te voy a castigar.
—¿Quiere apostar? —Las manos del menor reposaron sobre la madera del escritorio con chulería. —Si yo lo hago bien usted me pagará por adelantado... si no, usaré el traje y le limpiaré la casa de arriba a abajo.

Con una sonrisa que reflejaba su vanidosidad acercó su mano a la del menor que rápidamente la estrechó. —Hecho.

Sentir la pequeña mano en comparación a la suya lo hacía notarse raro, soltó el agarre rápidamente colocando sus manos en sus bolsillos.

—Bien, ahora que todo esta resuelto, chorbo, aquí tienes tu primer encargo. —El mayor le tendió una foto, dónde se podía ver a un hombre que lucia peculiar, con una gran barba y unos rasgos extravagantes, de escasa cabellera y gruesas cejas.

—¿Que hago con él?
—La última vez que lo vieron fue a las afueras de la ciudad, en lo que parecía ser un lago desde entonces no volvió a aparecer... —Tomo un respiro. — Era alguien importante en una familia bastante rica, que me ofrecen casi diez miel por encontrarlo. He hablado con todos los familiares, hasta he ido miles de veces al lago, pero nada, no encontré pistas, ni lo encontré a él... —Se acercó al menor intimidan te. —Vamos a ver si tú tienes mejor suerte... si no ya sabes que te espera, pavo.

—Pero, ¡esto no es justo! Hay muy pocas posibilidades que lo encuentre.
—¿Te quieres rendir ya?

El rubio agachó la cabeza sin respuesta, pero de pronto su rostro paso de uno pasivo a uno decidido, lo intentaría al fin y al cabo, para él no había un castigo real más bien era un capricho.

—Vamos a por este cabrón.














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Freddytabo | 𝐄𝐥 𝐡𝐨𝐦𝐛𝐫𝐞 𝐝𝐞 𝐧𝐞𝐠𝐫𝐨.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora