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ᵒˢ ʳᵉᶜᵒᵐⁱᵉⁿᵈᵒ ᵖᵒⁿᵉʳ "ᶠᵃᵛᵒʳⁱᵗᵉ" ᵈᵉ ⁱˢᵃᵇᵉˡ ˡᵃ ʳᵒˢᵃ, ᵖᵃʳᵃ ᶜⁱᵉʳᵗᵒ ᵐᵒᵐᵉⁿᵗᵒ ᵉⁿ ᵈᵒⁿᵈᵉ ᵃᵖᵃʳᵉᶻᶜᵃ "🎶"



Subía las escaleras a un ritmo apresurado, ¿estaba preocupado? ¿Preocupado por un capaz asesino? No, simplemente quería saber que había sucedido, simplemente eso.

Debido a tanto tiempo en el que había estado hundido en el papeleo no noto que ya estaba amaneciendo, otro día que no dormía.

—¿Que coño ha pasado?

Dijo el pelinegro llegando a la habitación viendo como el menor estaba tirado en el suelo mientras sobaba su nariz dolorosa. Se acercó viéndolo por encima del hombro algo extrañado por el comportamiento.

El rubio algo vergonzoso se levantó limpiando su ropa con sus manos, le era incomoda la situación y más le sería si le contará que sucedió.

—Te lo repito, neno, ¿que coño ha pasado?

Se mantuvo unos segundos mas en silencio, recapacitando su próxima respuesta...

—Había una araña... y bueno, me asusto un poco la hija de la gran puta. —Respondió con cierto rencor hacía el inofensivo insecto.

—Pero, como va ser eso posible Gustabiño, es una puta araña.
—Que sí, ¡que estaba prácticamente en mi cara!
—Menudo crío, anda prepárate, que en quince minutos te llevo a tu casa. Por cierto, ¿dónde es?
—Oh, mi casa... es la misma tienda, realmente no es una tienda como tal, es una casa que he acomodado bien, hay espacio suficiente, es grande.
—¿A sí, como has logrado pagar eso?
—Lo tengo alquilado... el casero me hace un pequeño favor... —Respondió con una sonrisa sincera.
—Mm... tiene que ser buen casero entonces.
—Sí, lo es, es muy amable.
—Bien, me voy a por unas cosas, tienes quince minutos. —Repitió nuevamente antes de salir de la habitación y dejar al menor solo en ella.

Gustabo hizo como pidió, vistiéndose rápidamente, aunque sin apartar la vista de la cama dónde antes encontró la pequeña e inofensiva araña de patas largas. Vio su reflejo en el espejo, admirando su cuerpo precioso y ajustado en aquel traje marrón, marcaba bien la curva de su cintura y la flaqueza de su cuerpo.  Estaba hecho a medida, y a pesar de no ser caro era un regalo que le había hecho su, para el, padre, y casero del edificio dónde vivía.

Bajo las escaleras en un andar elegante mientras arreglaba los extremos de su camisa.

—¡Ya estoy!

El pelinegro giro en dirección a la voz del menor, viendo a este quien se acercaba a el hasta quedar a un metro suya. Suspirando reposo sus manos en su cintura y miro al contrario con una pequeña sonrisa.

—Bien, pues vamos, muchacho.

Caminaron juntos hasta llegar al auto dónde cada uno se sentó en su asiento y se mantuvieron en silencio de camino, las calles eran oscuras y solitarias, pocas personas se veían divagando, únicamente a sus ojos  se podían ver algunos patrullas de policía. El rubio quien mantenía la mirada en la carretera la dirigió a los brazos del contrario, se fijo en como este tenía las mangas remangadas a pesar del frío que había, cosa que lo extraño pues estaban a una baja temperatura a esa hora, pero ver aquellos brazos marcados y masculinos le "gustaba" por no decir excitar.

—Y... dime Gustabiño.
El contrario simplemente emitió un sonido con la garganta mientras dirigía su mirada al rostro contrario.
—¿Que tanto mirabas, eh?

El menor juro en aquel momento que su corazón paro de latir, ¿como se había dado cuenta? ¿Había sido muy obvio? las preguntas pasaban con rapidez por su mente mientras notaba la mirada del mayor encima suya. ¿Que respondería? "Miraba tus brazos y me gustaría ser estrangulado por ellos" Menuda tontería.

Freddytabo | 𝐄𝐥 𝐡𝐨𝐦𝐛𝐫𝐞 𝐝𝐞 𝐧𝐞𝐠𝐫𝐨.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora