Capítulo I

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Las espadas chocaban haciendo muchísimo ruido.
Había mucha tierra, sangre, muertos y gritos.

-¡llevensela de aquí!- ordenó el Rey.

-¡no iré a ninguna parte sin tí!- dijo la Princesa dentro de una armadura dorada.

-hija, si caigo aquí tú debes gobernar. ¡Eres la Reina!-

-¡sí caes aquí no habrá qué gobernar!-

Pudo oír la trompeta, era la llegada de los refuerzos, haciendo que la tropa enemiga fueran derrotados.
Habían durado meses en campaña, donde han salido victoriosos en cada batalla, el Rey de Fritz había querido adueñarse de los territorios del reino Ayse, propiedad del Rey Inoichi Yamanaka.
Ahora Fritz es territorio de Ayse. Así que ya es hora de volver a casa.

Ino Yamanaka, hija del Rey Inoichi y Princesa de Ayse, estaba ajena a lo que su padre tenía en mente.

El Rey de Great Bitonnia, había pensado mucho en la carta que recibió del rey de Ayse, Inoichi quería una alianza y le estaba ofreciendo la mano de su hija.
Es posible que le hayan llegado noticias que los reyes de Stonia y Miraní se aliaron y ahora planean invadir ambos reinos.
No será tan malo una alianza, Ayse cuenta con un numeroso ejército y Great Bitonnia cuenta con poderosas armas.
No quería desposar a esa Princesa, nunca la había visto, nadie la había visto, podía ser una mujer fea y él no quería que una mujer así caminara por su Palacio, pero debía hacerlo, desposar a la hija del rey era un seguro de alianza para que no hayan traiciones.

-responde a Inoichi, dile que acepto la alianza- dijo a su sirviente.

Este asintió y rápido empezó a redactar.

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Por otro lado Inoichi y su ejército acaban de llegar a su país, después de meses en campaña, donde fueron recibidos por aplausos y rosas. Una vez entraron a Castle White, su Palacio, todo el pueblo empezó a celebrar la victoria de su señor.

Ino fué directo a sus aposentos, ordenó que preparasen un baño, lo necesitaba, para descansar.

Oyó que tocaron sus puerta y entró corriendo la Kaya del Palacio, la persona más respetada y encargada de dirigir a todos los criados en sus labores, Tsunade. Una mujer de edad un poco avanzada pero bien conservada, de largo cabello rubio, piel blanca, ojos marrones y unos enormes pechos.

-¡Mis niñas! ¿Donde están mis niñas?-

-Mamá Tsuna- saludaron Ino y Hinata.

La mujer las abrazó a ambas y colocó las manos en las mejillas de las chicas.

-¡por Dios! Han pasados meses miren como están. Mandé a prepararles una buena comida, están flaquitas y ojerosas-

Las chicas rieron un poco.

-estamos bien mamá Tsuna- dijo Hinata.

-sí, estás exagerando un poco- dijo Ino.

-¿Cómo se les ocurre irse de campaña por tanto tiempo? Les he dicho que ir a la guerra no es para señoritas-

-mamá Tsuna, no puedo quedarme tranquila sabiendo que mi padre está en la guerra- dijo la rubia.

-y yo no puedo dejar sola a Ino- dijo la pelinegra.

-vayan a darse un baño, les traeré la comida-

Las chicas asintieron y Tsunade se marchó.

Tsunade las quería como si fueran sus hijas propias, Hinata llegó al Palacio cuando tenía 10 años, el mismo año que murió la madre de Ino y ella las acogió. Les dió mucho amor, las mimó y las regañaba cada vez que se portaban mal.
De vuelta ellas querían a su Tsunade como si fuera su madre, ella se convirtió en la figura materna que tanto les hacía falta, por eso ellas obedecían a Tsunade y la respetaban demasiado.

Blanco Y Negro    (Sasuino)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora