Prólogo

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Sucedió hace 15 años, en un día donde todos seguían sus rutinas diarias

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Sucedió hace 15 años, en un día donde todos seguían sus rutinas diarias. Lo recuerdo bien porque me había despertado demasiado cansada. No había nadie en casa, ni una voz que pudiera escucharme excepto el estruendoso televisor en el salón.

Fue al marcarse el medio día en el reloj que el cielo se encendió de pronto, con pequeñas luces que confundimos con meteoritos. Parecía ser un evento sin igual, algo que los astrónomos hablarían durante meses, pero cuando más tiempo pasaba logramos entender que no era algo tan simple como creíamos. Y que cambiaría el rumbo de nuestras vidas desde aquel instante.

Su especie no tenía nombre, sin embargo, amigablemente optaron por presentarse para que pudiéramos identificarlos de los demás. Venían en paz con el único propósito de encontrar un hogar.

Las primeras noticias de aquella tarde identificaban a los alienígenas como seres que habían superado nuestras expectativas pues no tenían esas singulares características que en las películas o documentales describen comúnmente. Para nada, eran idénticos a los humanos de pies a cabeza, excepto por sus llamativos ojos o un rasgo en particular: sus pequeñas antenas verdes.

Y en realidad nadie cuestionaba ese detalle, por lo maravillados que estaban en conocerlos más.

Según sus palabras el universo tenía vida más allá de las millones de estrellas que encontrarás. Describieron los mundos como únicos y sorprendentes, pero ninguno era tan vivo como la tierra. Ninguno era apto para considerarlo un hogar. Y después de ese día, sus conocimientos se implementaron en la vida diaria. Podías encontrarlos en alguna esquina, descubriendo los encantos de la humanidad, en programas de televisión o riendo en algún bar junto a un grupo de humanos. Se convirtieron en algo común.

Pero mientras crecía descubrí que las historias de amor podían rebasar mundos y sociedades, y que inevitablemente podían llegar a ser fascinantes para algunos. Mientras que para personas como yo eran simples emociones. Algo que no necesitabas por el momento.

Es solo que las historias pueden hacerse realidad.

El primer matrimonio se suscitó en un recóndito pueblo en Nueva Zelanda. Cuando un alienígena conoció a su alma gemela, esa mujer que provocó en su corazón algo nuevo y completamente desconocido. Las noticias volvieron a tomar la atención de aquel encuentro nuevamente con la misma fascinación. Y a partir de ese momento descubrieron el amor y un nuevo rasgo entre ellos.

Y 15 años después, ambas especies comenzaron a existir juntas.

Los avances tecnológicos se establecieron en poco tiempo, se conocieron mundos y enfermedades comenzaron a ser curadas. Y a pesar de todo lo bueno ya no recordaba la vida de antes, cuando solo estabas maravillado viendo una película de ciencia ficción o algún documental sobre los antiguos imperios en el mundo. Era un simple pasado.

Bostezo y estiró los brazos. Los minutos han pasado y siento que aquella entrevista se ha vuelto demasiado aburrida. La charla se centra en lo que logras sentir cuando encuentras a la persona indicada, ese cúmulo de sensaciones. El alienígena sonríe y mira a su esposa, quien sonrojada, toma su mano causando que los suspiros se escuchen en el público.

Mi chico de las estrellas #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora