12⋆.˚ Adormecida

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꒰ Inea ꒱

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꒰ Inea ꒱



Era una sorpresiva noche fría.

La intensa lluvia golpeaba los cristales de cada ventana, el viento, sin embargo, azotaba mi rostro y los árboles con fiereza. Me hallaba de pie bajo esa noche de invierno, sucia, alborotada y empapada. Mis calurosos deseos me llevaban lejos de ahí, a la oscuridad de mi habitación, bajo las gruesas y suaves colchas de mi cama. Cuanto más cerraba los ojos, más aliviada me sentía, pero probablemente estaba alucinando.

Un crujido me despierta.

Al alzar la mirada, frente a mí encuentro el rostro borroso de mi hermano. Aparto mis cabellos mojados y vuelvo a mirarlo, está completamente atento a cada uno de mis lentos movimientos, observando a su pequeña hermana con preocupación.

Y no podía dejar de pensar, ¿cómo habíamos llegado a esto?

Por supuesto que lo recordaba. Mis padres se habían enfadado conmigo por romper las reglas y fallar en mis gloriosos objetivos, como llamaban a sus ideas sobre mi extraño futuro. Debía sentir la crudeza, debía aprender sobre mis errores, debía quedarme ahí sin hacerle caso a mis deseos y aprender que no había espacio para alguien tan frágil como yo en el mundo.

Pero simplemente no podía aceptarlo. Odiaba la fría mirada de mi madre, parada bajo el marco de la puerta y ese inexplicable silencio en su boca. ¿Acaso ella no estaba triste por verme así, asustada y cansada, bajo la estrepitosa lluvia?

Claro que no, ella no era esa clase de mujer. Y sabía que nunca lo sería.

Remuevo mis pensamientos al sentir ese agudo dolor en el pecho y vuelvo mi atención hacía mi hermano, tiembla por el frío a pesar de llevar una chaqueta gruesa y guantes de seda. Observo sus labios rojos y delgados, comienza a repetir mi nombre con insistencia bajo un tono titubeante y se va acercando lentamente mientras, inesperadamente, retrocedo. No puedo, no puedo arriesgar su tranquilidad. Sé que este castigo pasará, solo son unas cuantas horas, unas simples y agobiantes horas.

Nada más que eso. Debo imaginar que sigo en mi habitación, abrazando mi peluche favorito, vistiendo uno de esos vestidos gruesos que la modista ajustó para mí y quedándome profundamente dormida con la caja musical de compañía.

Era tan simple imaginar, solo...

—Vete —susurró asustada, inquieta y agotada. Los intensos ojos de mi madre están fijos en mi figura y no puedo evitarlos

Tengo aún más miedo.

—Irina...

—Estaré bien

Miento.

—¡Hace demasiado frío! Estás mojada y temblorosa, ¿realmente estarás bien? ¡No mientas, te lo ruego! Esto es completamente injusto, Irina. Solamente eres una niña...

Mi chico de las estrellas #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora