꒰ Irina ꒱
Todavía siento frío, pero no quiero abrir los ojos. Resignada abrazo mi torso mientras permanezco quieta en la cama, tengo miedo y por alguna extraña razón no sé el motivo exacto de mi inquietud.
Probablemente porque anoche mi corazón abrió las puertas y dejó fluir cada pesar, lo asfixiante era que no deseaba atormentar a nadie con mis problemas. Aún más si no quería caer en la triste realidad de que seguía teniendo miedo a confiar. Sin embargo, Almond creó una visión diferente a lo que mis pensamientos no podían olvidar y me sentí bien entre sus brazos.
Y por un instante no quise pensar en nada más que la manera en como me abrazaba.
Peor aún, ahora no sabía cómo enfrentarlo. ¡Dios mío! Lloré durante horas sobre su pecho y lo mantuve sentado, en mi sillón, consolándome. Probablemente lo que más deseaba en ese momento era tomar un taxi e ir a casa a descansar, pero no, él no podía irse porque estaba atrapado conmigo. Y la mejor manera de pedirle perdón era si al fin me atrevía a dejar está cama.
Es solo que no podía, cada pequeño detalle de anoche aparecía en mi cabeza como un gran golpe a mi memoria. Y, aunque intentará evitarlo, mis mejillas enrojecen cuando más recuerdo su manera de mirarme. Era tan dulce y cálido que se sentía tan irreal.
Definitivamente debía dejar de fingir que estaba durmiendo.
Con pesar y flojera me pongo de pie. Visualizo mi cuarto, cayendo en la realidad de que todo estaba en su lugar y que no había destrozado nada en mi ataque de llanto. Las cortinas se hallaban corridas, el viento seguía adentrándose en mi habitación y pude entender mejor porque sentía frío. Fue cuando noté algo más, un extraño aroma rondando el lugar.
¿De dónde viene?, ¿Yen está aquí?
Salgo de la habitación con mis pantuflas chocando suavemente contra el suelo. Oigo desde la cocina el ruido de platos, cubiertos y pasos, son bajos, pero constantes. Y tengo la inexplicable sensación de qué están evitando despertarme.
—No es posible —susurro cuando finalmente me detengo bajo el umbral—. ¿Almond?
El extraterrestre se sobresalta, aprieta los cubiertos entre sus manos y gira para mirarme lleno de sorpresa.
—¿Estás bien? —pregunto
—Sí, me sorprendiste. Creí que seguías durmiendo, son las 9:30 de la mañana. ¿No quieres dormir un poco más?
—No, ya dormí suficiente
Almond asiente y deja los cubiertos en su lugar. Enternecida miro su rostro dándome cuenta de las pequeñas manchas de harina en sus mejillas y lo desordenado que lucía su cabellera dorada.
—¿Tienes hambre?
—¿Preparaste el desayuno tú? —inquiero, sus mejillas enrojecen mientras tímidamente aparta la mirada. No era necesario que respondiera, me dijo todo con eso—. Gracias, Almond
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Mi chico de las estrellas #PGP2024
RomanceIrina era una mujer solitaria, pero llevaba una vida sumamente tranquila. Sobre todo, porque prefería ignorar que hace 15 años la vida humana cambió tras el primer contacto con los alienígenas. Y a pesar de las historias de amor entre humanos y alie...