꒰ Irina ꒱
—¿En serio quieres un peluche de dinosaurio? —pregunto, los ojos de Almond brillan mientras entusiasmado asiente—. Esta bien, te lo regalaré
—Gracias, entonces eso significa que a mí me toca regalarte algo. Dime ¿qué quieres?
—Un pote de helado de chocolate suena como un buen regalo
—¡Hecho!
Con una enorme sonrisa deja el peluche en el carrito de compras y lo empuja con pasos alegres por el largo pasillo.
Almond había quedado encantado con la zona de juguetes, su curiosidad lo llevó a recorrer cada estante con la mirada mientras leía los precios, instrucciones y ofertas. Parecía mucho más entusiasmado por encontrar el regalo ideal que por terminar de hacer las compras, y simplemente pasó a segundo plano. Después de todo, se mostró muy feliz cuando prometí obsequiarle algo por el tiempo cuidándome en casa. Me regaló una enorme sonrisa y tras tomar algunos objetos de limpieza personal finalmente terminamos caminando por este colorido pasillo.
Él saltaba como un niño, yo simplemente lo seguía.
¿Cómo es que alguien podía verse tan malditamente adorable? Aún más, ¿por qué todos posaban su mirada sobre nosotros?
Parecía que la encantadora apariencia del alienígena sobresalía entre el montón de gente que abarrotaba el centro comercial. O porque habían notado algo que yo no lograba ver en ese momento. ¿Por el vínculo tal vez? Tras una rápida mirada alrededor continué mi camino.
—¿Viste a esa chica rubia, Irina? —Almond pregunta de repente
—Sí, muy bonita. ¿También te gustó su cabello? Sedoso y brillante, es el tipo de cabello que una mujer quiere en la vida
—No lo decía por eso —realmente no sabía qué responder y eso que tenía muchas interrogantes—. Lo digo por su vientre, tendrá un bebé. Presiento que también tiene un compañero
Oh, era eso.
—¿Un alienígena?
—Exacto —sonríe—. Sentí algo cuando pasamos a su lado
—¿Algo?, ¿algo cómo qué?
Se detiene y me mira. No debería preguntar ese tipo de cosas y menos de esa manera.
—Chispas, una especie de chispas —contesta—. ¿Qué pensaste que iba a decir?
—Nada, nada. Solo preguntaba
—¿Te sentiste celosa?
Abro los labios, ¿cómo podía preguntarme algo así?
—No, para nada —titubeo, ni siquiera sabía por qué en primer lugar hablaba de esa manera—. Sigamos
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Mi chico de las estrellas #PGP2024
RomanceIrina era una mujer solitaria, pero llevaba una vida sumamente tranquila. Sobre todo, porque prefería ignorar que hace 15 años la vida humana cambió tras el primer contacto con los alienígenas. Y a pesar de las historias de amor entre humanos y alie...