꒰ Irina ꒱
—Wow, te ves tan hermosa
Detengo mi camino cuando la dulce voz de Almond se hace oír, alzó la mirada y encuentro esos grandes ojos atentos a cada uno de mis movimientos.
—Y tú muy elegante
Sus mejillas enrojecen mientras mira su ropa, repasando si tal vez había exagerado con mis palabras. Aunque no fuera así. Llevaba una clásica camisa blanca de manga corta, un pantalón de vestir color café y una pulsera roja en su muñeca. ¿De dónde sacó la ropa?
Diría que más allá de verse completamente elegante, el brillo a su alrededor era el toque perfecto para notar su incansable inocencia.
—Gracias —lo oigo decir
Sonrío y mi corazón enloquece al ver su tímida sonrisa.
—Entonces, Almond, ¿quieres que te lleve a tu casa o prefieres un taxi?
—¡No! Quiero ir contigo —se apresura a decir—. Digo en tu auto, claro. No me gustaría viajar solo al trabajo —juega con sus manos, completamente inquieto
—Bien, te llevaré
Satisfecha paso a su lado y entró a la cocina, el dulce aroma del café por la mañana eleva mis ánimos. Sobre todo, si se trataba de la preparación especial de Yen.
Su cálida sonrisa me recibe y pronto soy envuelta por sus regordetes brazos. Y a pesar del tiempo mi disgusto por está clase de afectos se disipó cuando la conocí, además, era poco probable que Yen escuchará mis inexplicables quejas. En simples palabras, me acostumbre a su sobrenatural cariño.
—Buenos días, Irina —chilla contenta—. ¿Ves? Te dije que el color amarillo te queda fenomenal
Mira el vestido que llevo puesto, su elección por supuesto, y me encojo al sentir todavía la mirada de Almond detrás de mí. La atención no me gustaba, mucho menos que mi atrevida vecina me haya regañado por vestir colores tan apagados durante mis primeros meses viviendo aquí. Yen siempre decía que la vida debía estar cargada de alegría y no de amargura.
Así que un día tomó mi mano, su tarjeta de crédito y me llevó al centro comercial más cercano. Ese día terminé con ropa nueva en mi armario y un profundo deseo realizado.
Despierto sintiendo sus manos acomodando mi cabello con delicadeza.
—Desayuna y luego podrás ir al trabajo
—No me perdería por nada del mundo tu café, Yen —halago, ella mueve la mano a gusto con mis palabras—. Además, hoy seré chofer de Almond
El susodicho ríe en la entrada de la cocina, todavía sonrojado.
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Mi chico de las estrellas #PGP2024
RomanceIrina era una mujer solitaria, pero llevaba una vida sumamente tranquila. Sobre todo, porque prefería ignorar que hace 15 años la vida humana cambió tras el primer contacto con los alienígenas. Y a pesar de las historias de amor entre humanos y alie...