Flor y sirena

103 13 4
                                    


Guillermo estaba estático en el rincón de la habitación, temeroso de lo que veía y es que creía que todo eso era tan solo leyendas urbanas. Solo escuchaba los gruñidos de esos hombres lobos y la lluvia había ido en aumento a mitad de esa madrugada, su cuerpo le gritaba descansar, pero su cerebro le exclamaba sobrevivir como de a lugar hasta que se escuchó como una puerta se abría lentamente mostrando a un humanoide lobezno con los ojos oscurecidos.

— Largo todos de mi casa — ordenó Scaloni y nadie dudó en decir algo que el único en quedarse fue Ochoa, quién trataba de no hacer tanto ruido para no tener la atención de aquel hombre. Sus feromonas inundaban todo el recinto hasta que unos leves aullidos de dolor resonaron desde la habitación contigua, podía reconocerlo. Era Lionel Messi quién lloraba de dolor al sentir como costuraban las heridas de su brazo y piernas, junto con los de Pablo que estaba preocupado por el estado de su hijo.

— Señor... será mejor que venga, necesitó darle las indicaciones para su cachorro. Se encuentra débil — expresó el médico del pueblo y nuevamente Guillermo se quedó a solas sintiendo regresar su alma al cuerpo, pero su curiosidad era grande que se acercó hasta la puerta de la habitación notando que estaba entreabierta y escuchaba a la perfección toda la plática — Su hijo necesita un remedio especial... esas flores especiales que se encuentran en las montañas y mezclarlo con la sangre de un humano y... —

— Yo mismo voy a desgarrar a ese maldito humano ¡Es todo su culpa! Y... —

— No quiero ese remedio, si Guille no da su permiso de usar su sangre padre... — dijo débilmente el cachorro que se hacía bolita en medio de la cama — Quiero verlo... — Aimar se inclinó un poco para besar la frente de su cachorro notando que se encontraba más pálido y no pudo evitar llorar.

— ¿Qué flor es? — preguntó Scaloni.

— Es una flor rara, color azul donde el borde de sus pétalos está teñido de color rojo y están repletos de algunos puntos amarillos. Siendo sincero llevó años sin encontrarlas, son un excelente remedio para nosotros y con la condición de Lionel, no consume nada de sangre humana y solo se alimenta de los animales eso no ayuda mucho. No te puedo asegurar que estén el bosque... —

Ochoa se alejó lentamente e ingresó a una habitación donde por sorpresa encontró su mochila, no pudo evitar emocionarse encontrar que todo estaba ahí desde un pequeño kit médico hasta sus mapas. Se dejo caer sobre la silla admirando como la lluvia caía con fuerza, sobre pensando en todo lo que había descubierto en estos días y alzó su mirada al techo tomando tal vez la peor decisión de su vida ni siquiera sabía el motivo que lo impulsaba hacerlo; un fuerte trueno resonó y fue el motivo para que Scaloni saliera en busca del humano notando como sus armas fueron sustraídas, ordenó buscar a Guillermo por todo el pueblo pero se quedaron en silencio cuando notaron aquel portón de acerco entre abierta.

Guillermo Ochoa en estos momentos corría con todas sus fuerzas con una linterna en mano, buscando un jodido camino que lo llevara hasta su meta. Aimar solo se recostó junto a su hijo llorando en silencio mientras Messi, simplemente rogaba que dejaran ver a su alfa — Se ha ido cariño, por favor... por favor... no llores, solo te debilitas más — rogó Pablo, aunque era en vano, Lionel simplemente le dio la espalda al escuchar esa triste noticia sintiendo un mal omega por dejar a la deriva a su alfa.

Rodrigo y Sergio solo miraban a su padre contenerse para regresar con su retoño, no dudó en cerrar todo nuevamente al mismo tiempo que le ordenaba a Enzo arreglar la seguridad de aquel muro de acero. Luego iría a cazar personalmente a ese maldito humano que solo le había traído desgracia a su hijo.

Guillermo por otro lado solo caminaba con cuidado por el denso bosque tratando de regular su respiración hasta que encontró un pequeño lago, dio un grito de alegría y se dirigió hasta ahí donde se percató que era vigilado por alguna extraña razón, pero le restó importancia prefirió acercarse a la orilla para lavar su cara, aunque ver el rostro de una mujer saliendo del lago le hizo dar el grito más fuerte de toda su vida — ¿AHORA QUE CHINGADOS ENCONTRE? — preguntó aterrado Ochoa mientras observaba como la fémina se iba acercando a él mostrando una cola, el cerebro del mexicano reconectó.

¿Decisión correcta?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora