Esos ojos

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Parte I

Lionel Messi estaba asustado y miraba a Guillermo detrás de un árbol, quién simplemente estaba sentado en el césped moviendo su cola en espera de alguna acción de aquel omega; el argentino le picaba la curiosidad, pero al mismo tiempo podía sentir un leve olor azufre activando sus instintos; el dragón prefirió solamente recostarse cubriéndose con sus alas en espera del omega. El reptil empezaba a impacientarse al notar que el felino no daba señales de querer acercarse, así empezó a mover su cola a los lados tratando de buscar la manera de atraerlo mientras gruñía.

El felino empezó a mover sus orejas al paso de aquella cola que brincó hasta el dragón olvidando su miedo, sonriendo divertido tratando de cazarlo — Felinos... — dijo Ochoa para sí mismo que fue alzando su cola notando como el pequeño puma brincaba y fue el momento perfecto para atraparlo con su gruesa cola para atraerlo hasta él, recostándolo; sus garras se paseaban por los costados del felino quién cerró los ojos ronroneando al sentir unas cosquillas deliciosa en su piel.

— ¿Por qué tu humano jamás dijo algo...? — preguntó inquieto el felino sin apartar su mirada del reptil, quién solo se inclinó para lamer esos labios tan dulces hasta que esa pregunta le hizo alejarse tan solo un poco.

— Ni siquiera él lo sabía... — fue lo único que respondía y el felino ansiaba preguntar más cosas, pero las garras del reptil, sabía como callar su mente y producir que gimiera sintiendo como empezaba a lubricar entre sus piernas. Guillermo sonrió emocionado ante las feromonas que empezaban a inundar todo el lugar que abrió las piernas del menor para frotar su polla gruesa, goteando bastante liquido preseminal; Messi contuvo la respiración cuando el grueso falo empezó a enterrarse en él que arqueó su espalda un poco sonriendo feliz al fin de conectarse por completo con su alfa.

Suaves embestidas pero profundas provocaban en el felino varios espasmos y que su respiración se agitara, Ochoa apretó con un poco de fuerza las caderas ajenas para aumentar su ritmo pegando su pecho hasta un leve quejido le hizo detenerse abruptamente — ¿Qué...qué pasa? — preguntó.

— Tu pecho... esta muy caliente, me quema... — susurró tembloroso.

— Lo siento... — respondió mientras se alejaba un poco del omega para tratar de controlar las flamas internas de su pecho, las embestidas retornaron con fuerzas y profundidad que Lionel alzó sus caderas un poco para placer del dragón quién empezó a rasguñar aquel piel; succionaba sus botones de carnes como si fueran dos caramelos sabor cereza que tanto le fascinaban, gruño cuando sintió como eyaculó su omega a la par que soltaba un fuerte gruñido y dejando sus ojos en blanco, una línea de baba caía por la comisura de sus labios que ladeo su cabeza como un acto de sumisión aunque hizo un puchero cuando solo sintió rozar aquellos colmillos seguido de un beso en su piel.

El reptil aun deseaba seguir enterrándose en el omega que lo volteo quedando con las caderas alzadas y sin previo aviso le penetró obligando al argentino apoyarse de las rodillas mientras sus garras se enterraban en la fría tierra, sintiendo un fuerte cosquilleo en su vientre. Sus labios estaban entreabiertos cuando una fuerte cantidad de semen lo invadió por completo seguido de un gran nudo marcándose en su interior que resaltaba sin descaro en su vientre — Guille... te quiero, te quiero de verdad y mucho — confesó mientras pegaba su espalda al pecho caliente del alfa sintiendo tan solo un leve ardor.

El dragón abrazó por las caderas al felino para sentarse en el suelo lamiendo y succionando su piel, sus manos se deslizaban hasta el falo del omega para masturbarlo lentamente sintiendo como entre sus dedos caía resto de semen — Me encantaba como ronroneabas... — dijo con su voz gruesa, pero mimando al omega que se sonrojaba, aunque por lapsos observaba como el omega rosaba sus dedos en su vientre para sentir el nudo de su alfa — Eres un puerco, Lionel — dijo entre risas.

¿Decisión correcta?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora