¿Decisión correcta?

¡Apúrale cabrón!

A mitad de la noche Guillermo y Lionel se transformaron por completos en sus animales internos perdiendo su racionalidad una vez que la luna se posiciono en el cielo por completo, caminaban por la orilla del lago donde por momentos Lionel empezaba a jugar con la cola del dragón, soltando leves gruñidos cada vez que se pinchaba sus patas oscuras con esas espinas de hueso; el omega se recostó boca abajo para tratar de dormir pero claramente el alfa tenía otras intenciones que no dudó en penetrarlo de golpe disfrutando sus leves gemidos que se combinaban con sus gruñidos, sosteniéndolo desde la base de su cola y no dudó en anudarlo nuevamente.

Scaloni solo miraba como Emiliano junto con Sergio y Enzo jugaban a las cartas despreocupados de la vida e inclusive Aimar reía divertido ante los berrinches de esos cachorros — ¿En verdad no se preocupan por Lionel? ¡Aimar! — gritó al ver como su esposo les quitaba el dinero.

— Por favor Scaloni, deben estar apareándose. — respondió sin importancia Emiliano ganándose una mirada de enojo por parte del alfa — tu viste que desde el momento en que cruzaron miradas, esos dos cayeron enamorados y es más que claro que son destinados ¿Por qué debemos preocuparnos? Si en verdad quisiera asesinarnos, ya lo hubiera hecho — explicó tratando de calmar al matrimonio.

— No todos lo destinados son felices juntos... — dijo sin pensar Aimar ganándose una mirada de preocupación por parte de su esposo que solo soltó un largo suspiro y luego se sentó al lado del omega que ronroneo al sentir el aroma fresco de su esposo. Después de quitarles la paga de la semana, Emiliano y los otros chicos se fueron enojados de la casa, pero no reclamar nada.

— ¿Aun lo sigues amando? — preguntó dudoso Scaloni.

— Por supuesto que no, te amo a ti y he creado una hermosa manada, una hermosa familia... no me arrepiento de nada — respondió sin dudar Aimar mientras observaba a su esposo — ¿Y tú? ¿Aun sigues amando a ese extranjero?... —

— Claro que no. Eres mi vida y de este amor nació Lionel, mis bellos gatitos de corazón dominante — dijo divertido y no dudó en besar a su esposo hasta que sintieron como la casa empezó a temblar, ruido desde la habitación de Messi que al subir corriendo notaron como ambos chicos dormían en la cama en su forma animal y apestando claramente al aroma del uno y otro.

Al menos habían llegado antes del amanecer.

Messi se despertó estirándose en el suelo como si de un gato se tratara para bajar lentamente hasta la cocina para beber varios litros de agua. Guillermo se fue sentando en la cama con un fuerte dolor de cabeza y tratando de pensar si todo lo que estaba sucediendo era un jodido sueño, pero verse en el espejo con algunas escamas resaltando en su piel y como su cabello rizado se había teñido de un color rojizo le hizo entrar en pánico ¿Qué jodidas mierdas le estaba pasando? Sintió una fuertes ganas de vomitar por todo el estrés que estaba pasando y fue corriendo al baño, sacando todo lo que había comido un día antes.

Scaloni solo miraba todo burlón desde la puerta con los brazos cruzados, lo veía como algún tipo de karma por aparearse con su hijo sin siquiera pedirle permiso — Es normal cuando es tu primera transformación ¿Por qué no nos dijiste? — preguntó un poco enojado, Guillermo lavaba su cara aun nervioso y al momento de voltearse el argentino mayor le extendió un poco de mate — Bébelo, te ayudará mucho. Estuvieron juntos toda la noche y un día antes, no deseo ser abuelo tan pronto... — explicó.

— Soy un alfa y... — soltó un bufido ante lo imposible — A la mierda, todo esta de locos que no me sorprendería si quedo preñado — respondió y se bebió de golpe aquella infusión, aunque escuchaba los gritos de su omega renuente en querer beberlo hasta que un fuerte regaño de Aimar hizo calmar la rabieta del menor y bebió de aquello sin mucho ánimo —  Ni siquiera yo sabía que era... esto —  dijo el mexicano mientras bajaba por las escaleras admirando sus manos que estaban teñidas de un color negro, al menos ya tenía manos humanas.