Visitantes mexicanos

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Javier Hernández recién había llegado a Yucatán y buscaba con desespero a Henry Martín quién dormía plácidamente en el bosque, ambos jóvenes llevaban algunos meses interactuando por Miguel Herrera quién pudo conseguir que algunos clanes pequeños formaran una alianza al enterarse que en Europa estaban siendo destruidos por no unirse a Gerard Piqué. Hernández solo miraba con una de sus cejas alzadas al yucateco hasta que decidió empujarlo de su hamaca sin importar todos esos insultos que iban dirigidos a él.

— ¿Qué chingados te sucede? — exclamó Henry enojado que soltó un gruñido en ese momento e iba irse contra el elfo hasta que le enseño una carta del nuevo jefe y tuvo que controlar sus instintos.

— Cálmate gatito, acompáñame al cenote. Necesito irme hasta el culo de mundo a enviar un mensaje personalmente — dijo con simpleza el elfo y ambos con todo el pesar, además de sentir un inmenso calor para estos meses decidieron usar el transporte humano con el aire acondicionado para no derretirse.

Ambos iban conversando, notando como algunos animales les miraban curioso y fue en ese momento que Henry estaciono la camioneta para poder seguir a pie para mala suerte de ambos; Javier tenía que confesar que ver el cenote le hacía sentirse orgullo de su país ¿Por qué? Era el único en el mundo donde yacía con portales que podían conectar con cualquier parte del mundo y era su mejor secreto. De la superficie emergió una bella sirena que los miraba con desespero al mirar como discutían como siempre — ¡Ya Cállense idiotas! Será mejor irnos de una vez — ordenó Karla y ambos solo se encogieron de ambos mientras se deslizaban por ese mini tobogán que otro elfo construyó para pasar sus tardes más amenas e iban a lanzarse de una vez cuando dos cachorros aparecieron de la nada peleándose entre sí quebrando por completo la paciencia de la sirena —¡Diego y Kevin ya cálmense! — ordenó con una voz autoritaria que no dudaron en calmarse.

— Será mejor que nos apresuremos, es importante está misión. Traeremos un clan entero en estás tierras — empezó a explicar Javier mientras observaba a los dos cachorros empujándose un poco solo por molestar hasta que Henry decidió jalarles las orejas para que se calmaran un poco.

— Es muy importante está misión chicos, así que será mejor que regresen a casa ¿Quedó claro? Y recuerden que ustedes serán los guardianes temporales de estos bosques en mi ausencia. Recuerden que yo soy el jefe — explicó el yucateco.

— Desde que los humanos nombraron Chichen Itzá como una de las sietes maravillas del mundo, andas bien mamón wey. Ya calma, no pasará nada. — dijo con simpleza el elfo, pero solo recibió como respuesta un fuerte empujón hasta el cenote activando el hechizo de teletransportación, aunque jamás imagino que ese par de cachorros idiotas brincaran al ver como el agua brillaba.

Karla empezó a reír al ver la expresión del jaguar yucateco que no dudó en brincar por su cuenta al recordar que ese par de idiotas no sabían nadar.

Antonella yacía en la superficie admirando unas hermosas mariposas ir de un lado a otro que no pudo evitar mover sus orejas emocionadas, le encantaba la temporada donde los animales más hermosos de la región llegaban, aunque todo quedó en el olvidó cuando del lago salieron cuatro sujetos gateando y aferrándose a la tierra rezando por seguir vivos e iba a quejarse, pero sonrió feliz en ver a su amiga Karla entre ellos que corrió en abrazarla con fuerza.

— ¡Karlita! ¡Tiempo sin verte! — expresó con emoción Antonella.

— ¡Anto, cariño! — dijo emocionada la sirena mexicana. El cuarteto de tontos discutía como siempre, aunque ver como ambas sirenas empezaban a besar de una forma tan lenta, Henry tuvo que cubrirlos los ojos de los cachorros y Javier interrumpir ese momento un poco incómodo haciéndole recordar a Karla la misión que tenían — Cierto, cariño. Tenemos que ir a ver a Scaloni de forma urgente. Traemos malas noticias desde mi país... — expresó un poco preocupada Karla.

¿Decisión correcta?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora