Me siento atrapado en un torbellino de emociones que despiertan en mí una amalgama de enojo y tristeza. Cada día se transforma en un intrincado laberinto de susurros fríos y miradas esquivas, donde el amor que una vez nos unió se desvanece lentamente, dejando solo el eco de lo que fuimos.
En el silencio de sus palabras apagadas y gestos sin vida, me enfrento a una realidad desgarradora. La indiferencia actúa como un muro invisible, pero sus efectos son palpables, como el frío que se cuela a través de las grietas de un corazón que ya no late al unísono. Es como una guitarra con cuerdas desgastadas, donde el sonido ya no es el mismo y las melodías no fluyen.
Antes, sus ojos eran faros que iluminaban mi mundo, pero ahora son sombras que ocultan verdades incómodas. Cada intento por encontrar la chispa que alguna vez encendió nuestra conexión se ve frustrado por una barrera helada que me empuja hacia atrás. Cada esfuerzo por buscarte y aclarar las cosas parece ser ignorado, haciendo que el laberinto de emociones sea aún más difícil de superar.
Cada gesto de ternura que ofrezco parece desvanecerse en el aire, como si la indiferencia actuara como un imán, repeliendo cualquier intento de acercamiento. Es como bailar en la penumbra, anhelando que la luz de su atención ilumine nuevamente mi existencia, pero esa luz parece cada vez más lejana. Se siente devastador ser así después de tantos momentos compartidos, donde nuestras risas daban vida a mis chistes sin sentido y los abrazos nos transportaban a otra dimensión.
Ahora solo me pregunto cuándo se deslizó la indiferencia entre nosotros, como una sombra silenciosa que teje telarañas en los rincones de nuestra relación. ¿Fue en aquel momento en que mis palabras dejaron de importar? ¿O en esos gestos que antes eran reciprocos y ahora son solo eco vacío? De repente, mis cartas ya no recibían respuestas, mis canciones ya no provocaban esas mariposas, y mis detalles y sentimientos parecían haber perdido su importancia.
La indiferencia es un veneno que se filtra en mis venas, dejando un rastro de dolor y confusión. Me duele no ser capaz de despertar una respuesta emocional, sentir que mi presencia se diluye en el aire como un suspiro olvidado. Duele que, después de toda esta historia vivida, pareciera que todo fue borrado de la existencia y yo sea el único que conserva los recuerdos. Mientras tú continúas con tu vida como si nada pasara, yo soy el que llora cada noche tratando de entender, buscando los errores que pude cometer y preguntándome a cada instante: ¿Qué fue lo que hice mal? A lo cual no hallo respuestas.
Pero en este mar de desolación, hay una verdad que no puedo ignorar: la indiferencia no define mi valor. Aunque sus gestos fríos me hieran, sé que merezco más que una conexión desvanecida. Tal vez sea tiempo de enfrentar la realidad, de desnudar la indiferencia y buscar la luz que aún pueda iluminar nuestro camino o, tal vez, seguir adelante hacia un sol más cálido que me abrace con la promesa de un amor correspondido.
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Relatos de un adolescente
Diversos"Las historias nos ayudan a entender cosas de la vida y nos dan una perspectiva diferente de algo o alguien"