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Nico

¡¿Eres increíble?! Desde luego no lo parecía. 

Para ser la primera vez que chupaba una polla, lo había estropeado por completo. No sabíaqué había hecho mal. Quiero decir, tenía una polla. Sabía lo que se sentía bien. Me había esforzado al máximo para replicar las cosas que me gustaban en la enorme longitud de Lew, pero él apenas se había puesto duro.

No, me había dicho que parara antes de conseguir más que un par de sacudidas y luego me había vuelto a acurrucar, como si nada hubiera pasado.Ahora, horas después, tras un sueño irregular, empezaba a amanecer y mis mejillas seguían ardiendo de vergüenza.Y, sin embargo, había dicho que me quería. Que quería unirse a mí. Eso significaba para siempre, ¿no?¿Por qué demonios querría eso con alguien que obviamente ni siquiera le gustaba?A menos que tuviera algún tipo de problema...Todavía estaba envuelto a mi alrededor. Yo ya estaba empezando a tener demasiado calor con el rápido aumento de la temperatura. Me moví un poco, probando el agarre de Lew, sin poder evitar apretar mi culo contra él sólo para ver... pero no, no estaba duro.

 Miré por encima de mi hombro, sorprendido de encontrar sus brillantes ojos verdes abiertos, observándome.Mi mirada se posó en sus labios, sin poder evitarlo. No estaban demasiado carnosos, sólo tenían una forma suave y agradable que cambiaba fácilmente de sonrisa a ceño fruncido. 

Mis mejillas se encendieron; mi polla, ya semidura por el sueño, levantó la cabeza interesada al recordar lo que podía hacer con aquella boca. 

-Buenos días, Nico, -susurró.

 -Deberíamos irnos, - me atraganté como respuesta. 

Me miró a la cara y luego asintió con un suave suspiro resignado

 -Esta vez, por favor, permíteme que te acompañe. Es lo menos que puedo hacer. - 

Asentí.-Claro. - 

Me separé de él, levantándome torpemente y sacudiéndome el polvo. Las hojas, el musgo y la tierra estaban pegados a mi ropa. Estaba seguro de que era un desastre de arriba abajo. Sobre todo, desde anoche.Lo miré por encima del hombro y se me revolvió el estómago cuando nuestras miradas se cruzaron. 

Aparté la mirada rápidamente, incapaz de soportar la intensidad de su expresión.Era tan... raro.Había sido muy claro sobre lo que quería. A mí. Como compañero de vida. Pensé que eso significaba sexo. Me había puesto a pensar en cómo evitarlo y, sin embargo, allí estaba yo, lanzándome a por él la noche anterior, cuando en realidad no le apetecía.Me sacudí el pensamiento y me obligué a girarme hacia él, aunque seguía sin poder encontrar su mirada. 

-Guíame, - le dije. 

Asintió y echó a andar.Fuimos en silencio, escuchando los sonidos a nuestro alrededor, alerta esta vez.Mis ojos recorrieron esta vez las copas de los árboles, captando cualquier señal de movimiento. Hermosos pájaros iridiscentes volaban sobre nosotros, trinando alegremente, lo que me reconfortó. 

Dudaba que fueran tan ruidosos si hubiera más serpientes gigantes cerca.Aun así, Lew no parecía bajar la guardia.Permaneció alerta, vigilando cada paso que dábamos, deteniéndose para apartar ramas de mi camino y ofreciéndome una mano para ayudarme a pasar por encima de un árbol caído especialmente alto.Era tan caballeroso que casi me hizo poner los ojos en blanco. Quizá por eso me la había chupado anoche. Era tan educado que probablemente no quería rechazarme con un "vaya, parece que después de todo no me atrae tu enclenque cuerpo humano sin cola". 

Volví a mirarlo, observando el suave movimiento de su cola al caminar, cuya punta nunca se arrastraba por el suelo, y cuyas escamas reflejaban la luz púrpura que se proyectaba sobre nosotros. En su espalda destacaban unas pequeñas púas estriadas en los omóplatos. No parecían especialmente afiladas ni peligrosas, pero quizá los nassa las encontraban sexys. Puede que mi falta de armas en los hombros lo desanimara.

The Aliens Runaway Omega IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora