The Aliens Runaway Omega II

18

Lew

No cogí la mano que me ofrecía Nico. 

En lugar de eso, preferí ponerme en pie yo solo antes que arriesgarme a tirarle encima de mí. Frunció los labios, pero antes de que pudiera decir nada, estiré la mano y la cogí con la mía, apretándola con fuerza. 

Suspiró y no discutió, sino que se cambió de sitio para impedirme ver a los demás.

 -No queríamos disgustarte, omega, - dijo Alfa Zusie, tratando de calmar a Nico. -Debe ser castigado. - 

- ¿Por qué? - Preguntó Nico. -Yo quería que sucediera, ¿te perdiste esa parte? - 

Soj se adelantó.

 -Ese hecho alivia parte de la culpa que hemos sentido por esta situación. Pero no cambia el hecho de que te hayan arrebatado la oportunidad de tener tu propia pareja. - 

Un gruñido resonó en mi pecho. 

-Yo soy su verdadero compañero. -

 -Eso no lo sabes, - dijo Soj con firmeza, con su aguda mirada dorada clavada en la mía. -No hubo subasta. No ascendisteis al monte Ethos para una ceremonia de unión. Tu unión se celebró en la oscuridad. Es vergonzoso. Más allá de todo eso, nuestra tentativa amistad con la humanidad ha sido puesta a prueba de nuevo. No confían en nosotros, y ahora lo comprobaremos de primera mano con una mayor seguridad y normas más estrictas entre nuestras especies. - 

Miré fijamente a Kion, con sus palabras resonando en mis oídos y una sensación de frío inundándome. 

-No es culpa suya, - insistió Lew. 

Le apreté la mano, conmovido por su continuo deseo de protegerme mientras todo se aclaraba. Bajé la barbilla. 

 -No era mi intención establecer un vínculo así, - admití. 

Había estado dispuesto a devolver a Nico. Sabía que estaba mal.Sí, me había besado, pero en aquel momento no sabía lo que eso significaría, y yo lo había puesto en aquella situación. 

-Humano o no, se merecía tanto como cualquier omega, - dijo Soj, clavándolo aún más. 

Cerré los ojos y asentí, con el corazón estrujándose de dolor ante la voz preocupada de Nico. 

-Lew- susurró. -No me digas que vas a seguir con esto... ha sido culpa mía. - 

Lo miré entonces. El miedo en sus ojos era inconfundible. Por supuesto. Estaba a punto de quedarse solo en un planeta que le era ajeno. Yo era la única conexión que tenía. 

- ¿Quién cuidará de él? - pregunté. 

Sus ojos se abrieron de par en par. 

-Lew, no. – 

Versta dio un paso al frente e inmediatamente parte de mi miedo se apaciguó. 

-Lo mantendré a salvo, - prometió, y de repente me ardieron los ojos. Realmente íbamos a estar separados. Ni siquiera habíamos tenido la oportunidad de estar juntos.