Edward Munson sólo buscaba hacer su práctica universitaria.
Effy Emerson odiaba la escuela, y sobre todo, matemáticas.
Una historia que narra cómo una chica pierde la cabeza por su maestro de la escuela
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Effy:
A nadie le gusta estar de regreso en la escuela.
Eso es un hecho.
Los pasillos, los libros, los mismos idiotas, los malditos profesores.
Castellano: Una mierda.
Química: Una mierda.
Artes: Una mierda (Yo soy una mierda dibujando).
Religión: ¿?
Física: Una mierda.
Biología: Una Mierda.
Matemáticas: La mierda de la mierda.
Eso suena un poco (muy) negativo para una chica de 18 años, pero bueno, no todos tenemos ese don de amar los estudios.
Para tener buenas calificaciones, me considero una alumna bastante mediocre, nunca le ponía demasiado esfuerzo a la hora de tomar un libro y sentarme a estudiar.
Los lunes entramos a las ocho de la mañana ¿Aquello era legal?, en verdad deberían darme un maldito reconocimiento por llegar a la escuela todas las mañanas. Vivo en una granja, a las afueras de Hawkins, lo que significa, caminar bastante para poder llegar al paradero del autobús.
Mi vida es bastante entretenida, vivo con mi hermano Peter de 19 años, y con mi tío Gareth. Él ya tiene 26. Vivir con hombres ha sido lejos, una de las mejores y peores cosas de mi vida. Nuestros padres murieron en un accidente hace dos años, y no tuvieron mejor idea que dejarnos a cargo de nuestro joven tío, aquello ha sido sin duda un gran desafío para él, pero lo ha llevado de una forma genial, él es veterinario de profesión y músico en su tiempo libre, gracias a eso, más todo el dinero que nuestros padres dejaron, puedo decir que nada ha de faltarme.
Ser mujer y vivir con dos hombres, es a veces injusto, ellos jamás entenderían los miles de pensamientos que pasan por mi cabeza diariamente. Por otro lado, no suelo vestir de forma muy femenina, y en verdad parezco una chica normal, pero es mucho más fácil la vida si puedes tomar prestadas las playeras de tu hermano mayor, o las camisas.
Volviendo a lo principal...
El regreso a la escuela apesta y mucho, aquello no dejaba estar en mi mente como una constante realidad.
— ¿Qué tal esas vacaciones?—Preguntó Grace, sacando un libro de su casillero.
—Tranquila, en la granja...tú sabes, películas, comida, dormir—Reí ante mi simpleza— ¿Y qué tal las tuyas?
— Fui con mi familia a Canadá, tengo primos ahí—Grace es mi mejor amiga, a pesar de lo diferentes que somos.
—Genial—sonreí, mientras guardaba mi mochila en el casillero.
